jueves, 8 de octubre de 2009

La izquierda europea cae justo cuando debería estar en alza


En las principales capitales de Europa, los partidos tradicionales de centro izquierda están perdiendo apoyos. El domingo, el Partido Socialdemócrata (SPD) alemán sufrió su peor derrota desde el final de la Segunda Guerra Mundial a manos del Partido Cristiano Demócrata de centro derecha de Angela Merkel.

Un día después de que el SPD obtuviera sólo el 23% de los votos en Alemania, el Partido Laborista británico vio cómo caía en los sondeos de intención de voto en Reino Unido a la misma cifra –quedando relegado al tercer lugar, por detrás de conservadores y liberaldemócratas.

Pero ¿por qué obtiene la izquierda tan malos resultados, precisamente cuando el capitalismo de libre mercado ha precipitado una crisis financiera global? La intervención estatal y la regulación vuelven con fuerza. Sin embargo, los partidos de la izquierda no reciben mérito alguno por decir: “Ya os avisamos”.

Hace diez años, la foto era totalmente distinta, y la izquierda mandaba en 12 de los 15 estados miembros de la UE. El nuevo Partido Laborista de Tony Blair y el reformista SPD de Gerhard Schröder se autodenominaron los “nuevos radicales”, invocando una “tercera vía” de socialismo respetuoso con el mercado.

No hay duda de que esa es una parte del problema actual: ambos partidos han presidido sus países precisamente durante el tiempo en el que se fraguó la crisis. En lugar de confiar en ellos para que ofrezcan respuestas contra la recesión, se los considera parte del problema.

El SPD nunca mostró el grado de entusiasmo hacia la liberalización financiera del que hizo gala el nuevo Partido Laborista, pero Schröder introdujo reformas del mercado laboral que provocaron la sublevación de los sindicatos, sus aliados tradicionales.Ambos partidos sufrieron tensiones internas similares causadas por el propio proceso de reforma que pusieron en marcha: distanciaron a parte de su base tradicional y no fueron capaces de reemplazarla con un electorado leal del centro del espectro político.

En Alemania, el resultado ha quedado patente en los resultados de La Izquierda, que engloba a los disidentes del SPD y a antiguos miembros del Partido Comunista de Alemania Oriental.

El resto del tradicional electorado del SPD (en los viejos tiempos superaba el 40%) parece haberse quedado en casa: la baja abstención predominó, sobre todo entre los jóvenes, lo que perjudicó sobre todo al SPD. En Reino Unido, en las elecciones europeas de junio parte del tradicional electorado laborista de la clase trabajadora optó por alternativas mucho más a la derecha.

Es cierto que las tendencias no son las mismas en toda Europa. En Francia e Italia, los partidos socialistas tradicionales están sumidos en un caos mucho mayor. Zaki Laïdi, catedrático de Ciencias Políticas, cree que este fenómeno es, en parte, histórico. En los dos países, la sólida tradición comunista inhibió el crecimiento de la social democracia, que nunca ha conseguido ganar fuerza. No obstante, en España y Grecia, la izquierda parece estar más consolidada. El presidente español, José Luis Rodriquez Zapatero, todavía consigue el 40% de apoyo en las urnas, mientras que en Grecia, George Papandreou, líder del Partido PASOK, es el candidato favorito a ganar las elecciones del próximo domingo.

Ninguno de los dos partidos ha acometido una reestructuración ideológica parecida a la de los nuevos laboristas británicos, pero los dos cuentan con la ventaja de enfrentarse a rivales conservadores que no han conseguido abanderarse como partidos de centro. No puede decirse lo mismo de Merkel o del presidente francés Nicolas Sarkozy. Los dos líderes han reaccionado con rapidez para adoptar políticas sociales y poner en práctica una regulación financiera más estricta intentando eliminar parcialmente el capitalismo de estilo anglosajón.

También han intentado adoptar una agenda más favorable al medio ambiente; prueba de ello es el último compromiso de Sarkozy con la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Denis MacShane, ex ministro de Reino Unido para Europa, cree que los partidos del centro izquierda no han adoptado políticas medioambientales con la suficiente celeridad.

El otro dilema al que se enfrenta la izquierda es que su principal electorado se identifica con los trabajadores de los servicios públicos, dado que la vieja clase trabajadora obrera ha disminuido. Se trata de un electorado favorable a las subidas de impuestos y a que se aumenten los puestos de la administración pública. Ésta no es una agenda popular para ganar unas elecciones en ningún país europeo.

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