sábado, 28 de noviembre de 2009

Lo de Somalia, sólo un aviso


¿SON PIRATAS, terroristas, muertos de hambre, herederos de la depredación europea? Lo que se quiera. Pero la evidencia nos dice que lo que ha funcionado en la conciencia de esa gente que durante 47 días mantuvo la incertidumbre y no dejó de apuntar con sus metralletas a los ocupantes del pesquero español es, ni más ni menos, la situación de indigencia, de extrema pobreza, de máxima corrupción de un país de opereta, que es suma de tribus y que entienden la vida de diferente manera a la de los eruditos occidentales, y que son mera consecuencia de lo que allí dejaron.

Aquí nos sobra la vida, allí les falta, se mueren antes de los cuarenta años; aquí nos peleamos por un salario más o menos digno, allí se matan y pelean por un mendrugo de pan; aquí reivindicamos no se sabe cuántas cosas y nos refugiamos en sindicatos, partidos políticos, constituciones y estatutos. Allí es la ley del más fuerte la que prevalece y se deja sentir.

Y no porque haya dificultad para que les llegue lo que abunda por aquí. Es que se ha hecho lo posible para que esto sea así. Sólo se les dejó los residuos y miseria de nuestra querida civilización, que allí se viste con andrajos de indignidad. No por ellos sino por los que se largaron poniendo los pies en polvorosa una vez satisfechas sus voracidades. Y lo de Somalia es sólo un aviso de lo que pasará en África como continente, donde la miseria no cesa.

África se nos viene encima, la hambruna que padece y un sinfín de carencias hacen que el cordón de ese continente se rompa y por sus boquetes escapen miles y miles de africanos a la búsqueda de, al menos, poder respirar un aire de esperanza que se les ha negado.

Escapan no sólo de la pobreza sino también de las guerras; guerras tribales que aniquilan poblaciones a machetazo limpio y que desde aquí contemplamos desde mullidos sillones como una película más de terror y de muertes horrendas, y como si no fuera con nosotros, viéndolo distante, como si no existiera en la vida real. Y no.

Los africanos piensan más en Europa que en África. África los extingue. De los 20 países más pobres del mundo, 15 están en África y sus habitantes viven con un euro diario.

Y es que África sigue estando en manos de una Europa que intenta disimular una solidaridad que no existe en conferencias y convenciones dialécticas que sólo conducen a un callejón sin salida y como mención de la gravedad de la situación que allí se vive.

El endeudamiento de África es tal que no podrá en manera alguna remontar la tragedia de la deuda; jamás tendrá disponibilidad para salir a flote. Ni siquiera abordando barcos y pirateando por el Índico.

La pobreza de los pobres generalmente es debida a la riqueza de los ricos, a los que venden armas para fomentar los enfrentamientos entre las diferentes tribus y clanes o para proteger las minas de oro y diamantes en manos de las multinacionales, que si ahí no están dando la cara, lo han dejado todo bien atado bajo la aquiescencia y protección de reyezuelos o tiranos de baja estopa.

África en manos de gobiernos títeres se recrudece; ha sido el continente de las grandes e ignominiosas experiencias coloniales. Mientras América se zafó de la bota española para caer bajo los tacones tejanos o bajo el ala ancha de sombreros de héroes de chiste, África queda y languidece por las decisiones de los que imponen y rompen ciertos atisbos de democracia.

África es un continente al que se le dio la espalda, se ha dejado exprimido, expoliado y últimamente se vuelve la mirada hacia él, pero no sólo porque sea una espoleta retardada de una bomba de relojería presta a estallar en cualquier momento, sino también como campo de pruebas de futuras y nuevas expoliaciones o negocios. Las ayudas que se prometen nunca serán ni por asomo comparables al ancestral saqueo al que fue sometido.

Lo de Somalia no es ni será un hecho aislado. Es la repuesta a situaciones que ni sus habitantes han generado ni los que muertos de hambre asaltan barcos y no cesarán de hacerlo.

Ese mal no se cura porque los atuneros lleven protección con guardias jurado portando metralletas desde el puente de los barcos. Eso sólo es paliativo y tiene otro tratamiento, más a fondo, más consecuente y con un análisis más riguroso de las causas y motivos, que no hace falta ser un lince para dar con ellas y dejar de actuar a quemarropa.

Volver a la dureza para controlar los dominios del mar y con cañones para proteger el saqueo es retroceder en la historia y no sacar las enseñanzas que esta ha dictado.

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