domingo, 6 de junio de 2010

Alain Touraine: "La ruptura entre sociedad, política y economía es total"



Alain Touraine es un sociólogo de la acción, un pensador que anima a "impulsar un nuevo movimiento social ciudadano" frente a la globalización económica. Touraine (Hermanville-sur-Mer, 3 de agosto de 1925) ganó con el también sociólogo Zygmunt Bauman el último Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En época de crisis del capitalismo, el jurado consideró al francés "un creador de instrumentos conceptuales valiosos para entender el cambiante y acelerado mundo en el que vivimos". Touraine se ha dedicado a estudiar los movimiento sociales, desde las huelgas sindicales hasta Mayo del 68, pero también los alzamientos militares latinoamericanos. Publicado hace 30 años, su ensayo L'après socialisme aún es una referencia, con su célebre arranque: "El socialismo ha muerto". Siempre desconfió de la clase política.

Su último libro, que saldrá en septiembre, se titula Después de la crisis'. ¿De verdad la hemos superado?

No me gusta mucho este título. Tengo que hablar con mi editor sobre si incluir o no una interrogación. Porque la crisis financiera mundial no ha acabado. Tras la crisis de 2008, hubo una segunda en Grecia y en la mayoría de los países de la Unión Europea. Ahora, nos dirigimos hacia una tercera: la crisis del crecimiento económico. Y estas tres generarán una crisis social y política. Estamos en un ciclo de crisis que puede reproducirse. Mientras, los banqueros siguen enriqueciéndose.

¿No hemos aprendido nada entonces?

¿Cómo pedir a alguien a quien le gusta el dinero que deje de ganar beneficios? Este es el mayor problema. Hay que ser cautelosos.

La gestión de la crisis griega mostró los límites políticos y económicos de la UE. Casi se firmó la sentencia de muerte del euro.

La UE decidió integrar a todos los países excepto Turquía del continente. Son países que, como España en su época o Bulgaria en la actualidad, necesitan ayuda. Es una visión de integración interna, pero también hay que entender a la UE a nivel mundial. La gestión de la crisis griega ha puesto de manifiesto este problema: la Comisión Europea no hizo nada y fueron el FMI y los ciudadanos los que pusieron el dinero. Necesitamos a una figura europea que se encargue de la UE a nivel mundial. Necesitamos un liderazgo que vaya a contracorriente de la integración interna.

¿Y si no lo encontramos?

Será el declive definitivo de Europa, que caerá en un agujero. No hacemos aún los esfuerzos necesarios.

¿Qué podemos esperar de los movimientos sociales?

En la actualidad, la política no interesa a los jóvenes. No ven ninguna diferencia entre la derecha y la izquierda, lo cual no es totalmente falso. Los socialistas franceses, por ejemplo, no atraen ni a la clase popular ni a los obreros. En España, la izquierda, criticada, es débil. La extrema izquierda se ha formado sobre unos vestigios y no se puede ni se debe esperar nada de ella; es una inmensa decepción. No se alcanzará la renovación política sin renovación social.

¿Cómo alcanzar este nuevo impulso social?

Cuando la gente ve pobreza, llega un momento en el que dice ¡basta! Y es natural. A mí no me extrañaría que estallaran unos cuantos conflictos sociales por todas partes.

¿Como lo que pasó en Grecia?

El caso griego es distinto. Los griegos deben aceptar que tienen que reducir sus deudas. Además llevan años arrastrando el problema de la corrupción de su clase política. Pero en Francia pueden surgir otro tipo de manifestaciones; no me extrañaría que hubiera un estallido social en otoño. Pero el problema de un proceso de ruptura social es que no sea constructivo.

¿Qué se debe hacer para que sea constructivo?

Hay demandas sociales fuertes y la clase política debe escucharlas. Los políticos llevan demasiado tiempo haciendo política sin escuchar a la sociedad. La ruptura entre economía, política y sociedad es casi total.

¿A qué nos aferrarnos para cambiar las cosas?

A los derechos humanos. Porque hay que buscar medios fuera de la economía. Si aplicamos los derechos humanos de manera estricta, podríamos conseguir una renovación como la vista tras la Segunda Guerra Mundial. Es posible. Porque cuando una población no se siente representada, llega un momento en el que se cabrea.



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