jueves, 26 de mayo de 2011

Colonialidad, subalternidades y emancipaciones en Nuestra América. Apuntes para problematizar el lado oscuro del Bicentenario

Por Hernán Ouviña

La irrupción indígena, y en menor medida de afro-americanos, en el cada vez más convulsionado escenario de Nuestra América simboliza el retorno de lo largamente reprimido. Si la esencia de una nación es –al decir de Ernest Renán– el olvido y el error histórico, entonces esta contundente e iracunda presencia de los pueblos y comunidades originarias, a lo largo y ancho del continente, viene a resquebrajar aquella imagen homogénea y armónica que se pretendió imponer tras cada uno de los procesos independentistas vividos durante 1810. Esa supuesta bisagra histórica no fue tal para los grupos subalternos y pueblos oprimidos por el poder colonial, que continuaron siendo considerados “menores de edad” en términos jurídicos y, por lo tanto, plausibles de ser tutelados y segregados por los Estados emergentes. Más aún, como veremos en este artículo, aquel grado cero en muchos casos significó un avasallamiento mayor de sus territorios y derechos más elementales.

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