miércoles, 15 de junio de 2011

A los hermanos aimaras: Gracias

Gracias por defender el medio ambiente, para mí, para todos los peruanos, para toda la humanidad.

Gracias por defenderlo contra la voracidad de gran capital que lo ataca cada día más en muchas formas.

Gracias por no amedrentarse ante el gobierno asesino que defiende a sus amos matando peruanos.

El gran capital multinacional, en su voracidad de ganar cada día más y más millones, ataca en muchas formas a la Madre Naturaleza:

La ataca con el calentamiento global producido por la emisión de gases de invernadero de las grandes industrias, lo que calientan el aire cada vez más, haciendo que los hielos de los polos y las nieves de las cordilleras se disuelvan, que aumente el agua del mar tragando islas e inundando costas, desapareciendo arroyos, adelgazando ríos.

De vez en cuando se reúnen los grandes calentadores del mundo para tratar el tema como lo hicieron en Copenhague donde no acordaron disminuir el calentamiento ni un solo grado. Peor en Cancún donde además de no acordar rebajar ni un solo grado el calentamiento acordaron convertir el aire en mercancía y desalojar de los bosques a las poblaciones indígenas a los que protegieron durante milenios.

Ese calentamiento produce grandes desarreglos climáticos, veranos más calientes e inviernos más fríos. Produce inundaciones como en Pakistán donde se inundó la cuarta parte del territorio, o como el diluvio del Cusco que hizo que un río de barro atravesara la población de Zurite, durante semanas y mató grandes extensiones de cultivos campesinos. Produce huracanes como el Katrina que destrozó Nueva Orleans en Estados Unidos.

Cuanto más avance el calentamiento que los capitalistas no acuerdan detener ni disminuir, los desastres que ellos nos dicen que son “naturales”, serán cada día mayores, hasta que llegue la extinción de la especie humana, como ya se están extinguiendo especies animales y vegetales.

Otra forma de ataque es la que ahora ustedes valientemente están combatiendo: La minería a cielo abierto que destruye montañas para sacar oro u otros metales. Para hacerlo, roba el agua de la agricultura y la envenena.

Otro ataque es la construcción de hidroeléctricas que quitan el agua de la agricultura como la que pretenden hacer en Salkapukara, Canchis, Cusco o la que pensaban hacer en Inambari afectando tres departamentos y expulsando miles de indígenas y campesinos de sus viviendas y cultivos. Gracias a los hermanos de Carabaya el gobierno sirviente del gran capital, retrocedió.

Una forma más de ataque es la agroindustria, en manos de grandes capitales, que roba agua de la pequeña agricultura como sucedió con la del Colca en Arequipa y ahora pretenden robar a Espinar del Cusco. Roba el sagrado líquido para cultivos como espárragos y alcachofas que absorben mucha agua y no alimentan a los peruanos, van a los Estados Unidos y llenan de dinero los bolsillos de las empresas agroindustriales que matan el suelo con el uso intensivo de agroquímicos (fertilizantes, insecticidas, herbicidas).

Hay muchos otros ataques más, como la pesca de arrastre o las fábricas de harina de pescado en Chimbote.

Hasta hoy los gobiernos han actuado de sirvientes de este ataque. Tienen la desvergüenza de montar procesos judiciales contra los defensores de la naturaleza como ahora lo están haciendo con vuestros representantes.

Los grandes capitalistas depredadores usan en contra del pueblo que se defiende de la depredación: Policía, Ejército, Poder Judicial, la gran prensa manejada por ellos, etc. Con su dinero compran todo eso para continuar atacando el medio ambiente y matar y encarcelar a quienes se oponen a sus crímenes. Por supuesto lo hacen en nombre del “progreso”, de la “ley”, del “orden”.

Ese “progreso” es un progreso hacia la falta de agua, hacia la muerte de la naturaleza y la futura extinción de la humanidad. ¡No necesitamos ni queremos ese “progreso”!

Afortunadamente los pueblos se resisten a la depredación Como lo ha hecho y ha triunfado Tambogrande en Piura. Como lo han hecho Ayabaca y Huancabamba con el plebiscito que gritó: “¡Vida sí, mina no!”, como lo ha hecho hace poco Cocachacra en Islay, Arequipa, donde Alan García ordenó asesinar 3 personas y herir 50. Como lo hicieron los hermanos awajun y wampis en Bagua donde por orden de Alan asesinaron alrededor de 200 hermanos, no 10 como dicen las cifras oficiales.

El ataque del gran capital multinacional a la naturaleza no es sólo en el Perú, es en todo el mundo. La resistencia de los pueblos también es mundial. Los indígenas panameños, bloqueando la carretera panamericana hicieron retroceder la legislación pro-minera. Nuestros hermanos mapuches luchan valientemente en Chile y Argentina. En Estados Unidos nuestros hermanos navajos luchan contra la minería de uranio en el Gran Cañón del Colorado. Los indígenas dongria condh de la India lograron impedir el ataque minero a su montaña sagrada.

Desgraciadamente estas luchas son sólo regionales, no es toda la población de un país la que protesta contra este ataque. Hasta ahora eso sucede en el Perú.

Sin embargo la lucha en defensa de la naturaleza se está extendiendo: Ha entrado una cabalgata a Montevideo, capital del Uruguay, a protestar contra el ataque a la naturaleza.

En Santiago de Chile y las principales ciudades de ese país, el mes pasado se realizaron gigantescas manifestaciones en protesta contra el proyecto hidroeléctrico en la Patagonia, que queda cerca al polo sur.

En Alemania, luego del desastre nuclear en Japón, las cadenas humanas han hecho retroceder a la Merkel quien ha prometido que en unos años más desaparecerá la energía atómica en ese país.

Anteayer y ayer la población italiana aprobó en un plebiscito que el agua no es una mercancía sino un servicio público y que no se privatizará. Además acordó: “Energía atómica ¡NO!”.

Nuestra tarea en el Perú es lograr que toda la población entienda que la defensa de la naturaleza es tarea de todos, pues a todos nos afecta su destrucción. Que el apoyo a vuestra lucha no es simplemente un acto solidario, sino una autodefensa de la población peruana en defensa de la naturaleza y por lo tanto de la existencia humana.

Ayer, cuando ustedes estaban frente al Ministerio de Energía y Minas, señores, supuestamente “cultos”, que pasaban en sus carros, les miraban con gesto desdeñoso, despectivo. Lo correcto era que se bajen de sus coches, se acerquen a ustedes y les digan “¡Gracias por luchar en defensa del derecho al agua de mis hijos y nietos!”.

Hermanos, es obligación vuestra y nuestra, educar a la población de nuestro país en que el deterioro a la naturaleza es un ataque a todos. Debemos contrarrestar las mentiras desparramadas por los grandes medios de comunicación al servicio de las grandes empresas que los sostienen.

¡Hagámoslo!

Hugo Blanco, 14 de junio de 2011

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