viernes, 8 de julio de 2011

El déficit público obliga a Obama a rendirse ante los republicanos

JUAN PABLO NÓBREGA | NUEVA YORK.

Demócratas y republicanos, con Barack Obama al frente, escenificaron ayer en la Casa Blanca la aproximación más seria para a alcanzar un acuerdo que permita elevar el techo de la deuda estadounidense, el mayor problema político del país y cuya resolución es esencial para la estabilidad de la frágil economía mundial.

Obama optó por una carta más seductora y puso sobre la mesa una plan de recorte del gasto público que duplicaba el alcance de su propuesta anterior. Las medidas han alarmado a un sector de los demócratas temerosos de que se dañe de manera grave capítulos básicos del gasto social. Otros legisladores de esa formación política, sin embargo, ven necesarias esas concesiones si con ello los hombres del portavoz republicano John Boehner ablandan sus posturas de oposición frontal a cualquier incremento impositivo a la población.

Ni siquiera con esas los conservadores ofrecieron nada a cambio. A lo sumo, discutir modos de simplificar el cómo están concebidas ciertas tasas con vistas a hacer más eficaz la capacidad recaudatoria, pero de tocarle el bolsillo a los millonarios dueños de aviones o hincarle el diente a los enormes beneficios de la industria petrolera, como pretende el inquilino de la Casa Blanca, nada de nada.

Todos se la juegan pero de las dos partes Obama aparenta el más vulnerable no tanto porque sus planteamientos no sean compartidos por una mayoría de ciudadanos sino porque , de nuevo, se enfrenta a una situación en la que está en juego su credibilidad como líder. Sus esperanzas se centran ahora en volverse a reunir con los líderes del Congreso el domingo «con la expectativa de que entonces las partes sabrán al menos dónde están los límites de cada uno», declaró el mandatario.

EE UU alcanzó el pasado mayo su límite de deuda de 20,2 billones de euros, aunque medidas especiales tomadas por el Tesoro han permitido prorrogar los plazos. El presidente se ha embarcado personalmente en las últimas semanas en las negociaciones entre demócratas y republicanos, muy enfrentados acerca de los modos de reducir el abultado déficit y la deuda nacional, y prevenir así la entrada en suspensión de pagos del Estado.



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