domingo, 25 de septiembre de 2011

Perú: "Desarrollo” desde y para las empresas multinacionales


Rodrigo Montoya Rojas
La Primera, Lima

En la columna del sábado último toqué el tema de dos opciones para el cambio de la sociedad peruana. De un lado, el llamado ¨desarrollo¨ identificado con el crecimiento capitalista y el complejo capital-inversión-trabajo-mercado- para producir y acumular riqueza, supremo indicador de éxito y progreso. De otro, el Allin kawsay o buen vivir, propuesto por las organizaciones indígenas, que rechaza la acumulación de riqueza como motor de la economía y la sociedad, y propone la armonía de la especie humana con la naturaleza como punto de partida. Se trata de la única posibilidad en serio frente a la verdad oficial del llamado desarrollo.

En apretada síntesis presento en este artículo una tesis sencilla: el llamado desarrollo para Perú coincide plenamente con los intereses de las empresas multinacionales. La categoría mayor en ese razonamiento es la inversión extranjera, considerada como la clave del crecimiento económico, sin el cual no habría nada que distribuir. La razón y sentido de la inversión es muy simple, ganar dinero, todo el que se pueda y con el menor esfuerzo posible.

Después, viene el resto y las mentiras azules como: ¨Desde hace cien años la empresa Southern -minera del sur- está al servicio del Perú¨, o ¨Las empresas x o z buscan solamente el bienestar de los peruanos¨. Por razones profundas, que convendría conocer, los capitalistas no son capaces de decir honradamente: ¨Desde hace un siglo los principales beneficiarios de nuestra empresa somos nosotros, los dueños¨. Para una multinacional petrolera decir que sirve al Perú, a Ghana o a Irak, es sólo una cuestión de imagen y marketing.

El punto de partida de una política a favor del Perú debiera ser muy sencilla: qué hacer para que no haya nadie con hambre y para que todas las peruanas y peruanos estemos bien alimentados. De ese piso dependen la Educación, salud, bien estar, el placer de divertirse y de eso que llamamos felicidad. LA PRIMERA y mayor inversión que el país necesita debe ser para producir los alimentos suficientes y que cada familia peruana los encuentre en los mercados a precios asequibles. Los grandes inversionistas extranjeros y nacionales no se interesan por producir frejoles, papas, maíz, verduras, carnes y frutas. Vienen y buscan petróleo, gas, oro, minerales y unos pocos productos alimenticios como los espárragos, por ejemplo, con buenos precios en el mercado mundial.

En el foro organizado por La Confederación Nacional de Comunidades Campesinas Afectadas por la Minería, CONACAMI, alternativo a la trigésima Convención Minera en Arequipa, pregunté a las 300 personas que escuchaban mi exposición sobre el llamado desarrollo y el Allin Kawsay, cuántas comían espárragos. Levantaron la mano solo 4; una hermana, andina quechua, dijo que no sabía qué era un espárrago. Los ideólogos y agentes del llamado desarrollo están orgullosos de lo que sería un gran triunfo: ¡Perú es el primer exportador de espárragos en el mundo! En Ica, capital peruano-Chilena del espárrago, casi ya no se produce frejoles, pallares, garbanzos y lentejas, hay más tuberculosos que antes y el agua del subsuelo desaparece. ¡Precioso ejemplo de desarrollo! ¿Qué les parece?

El domingo pasado terminó en Lima la gran fiesta de Mistura. Ningún tubérculo, cereal o fruta de la maravillosa biodiversidad peruana, tiene algo que ver con las grandes empresas multinacionales y nacionales. El mérito va en primera línea a las comunidades andinas costeñas y amazónicas, indígenas y campesinas, que son precisamente las mayores víctimas del llamado desarrollo. El sábado próximo, volveré sobre el punto de partida, razón y sentido del Allin Kawsay

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Roberto Espinoza
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