sábado, 5 de noviembre de 2011

DECLARACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS. Santiago Bravo, (Purépecha), Integrantes del “Movimiento Indígena”


DECLARACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
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Integrantes del “Movimiento Indígena”

Nosotros los Pueblos: Purépecha, Mazahua, Otomíes, Nahuas y Piringas, asentados desde tiempos inmemoriales en territorio que hoy comprende la entidad federativa de Michoacán de Ocampo, México
Declaramos al Pueblo Mexicano, pueblo de pueblos y ante la Comunidad Mundial de naciones:

Que los antecedentes históricos y condiciones actuales impuestos a nuestras etnias nos inducen hoy a tomar un primer paso firme en un camino que nos conducirá a reencontrar, recobrar y reivindicar los principios y valores de nuestras culturas y sociedades comunitarias milenarias, desbaratadas por la incursión española en nuestro “Único Mundo” y posteriormente mediante políticas nocivas impuestas por regímenes subsecuentes, en perjuicio de nuestras culturas, formas de asociación y vida económica en comunidad.

Restableceremos en nuestros comunidades las condiciones mínimas, perdidas desde siglos atrás, que nos demanda la dignidad humana y la vida misma y que nos propiciara las condiciones necesarias para detonar el desarrollo pleno del ser humano indígena en condiciones de justicia y dignidad, por generarse mediante la administración política y económica, sujeto al modelo ancestral de producción y desarrollo económico en comunidad, herencia de nuestras raíces culturales sabias de nuestros antepasados, que debemos rescatar y adecuar a nuestros tiempo.

Hoy emprendemos el camino hacia un modelo económico que nos permitirá reivindicar para nuestros pueblos los frutos y beneficios de una vida solidaria y comunitaria.

Modelo comunitaria de trabajo, producción y propiedad colectiva que aplicaremos de nuevo en la producción y explotación racional de nuestro acerbo de recursos comunales, territoriales, agrícolas, forestales, minerales, pecuarios, pesqueras, económicas etc. para fomentar, de manera exponencial, nuevas fuentes de trabajo en beneficio de nuestras comunidades, quienes percibirán la repartición justa de los frutos obtenidos, para con ello alcanzar mejores niveles de vida con plena justicia social.

Modelo con que pretendemos rescatar nuestras culturas de una extinción tanto previsible como eminente y que nos permitirá construir un destino distinto a lo hoy trazado por la federación y los poderes antagónicos a los pueblos indígenas como así también al resto del pueblo mexicano.

Destino distinto por ser lo nuestro promisorio de bienestar para nuestros pueblos y por añadidura a nuestro gran país, ya que posibilitara nuestra aportación y participación efectiva en el desarrollo económico de nuestra región, entidad y Nación.

Emprendemos hoy un camino iluminado por los Derechos Humanos que vislumbra una mayor justicia social, que será el producto de nuestro caminar en apego al derecho constitucional, internacional y el humano y que nos promete engendrar nuestro sueño ávido de reencontrar y reivindicar nuestra dignidad humana individual perdida y por consecuencia rescatar la dignidad de nuestros pueblos, comunidades que hoy se encuentren sumergidas en una vil y sofocante pobreza extrema. Este modelo y camino consensuado nos compromete con la vigilia y defensa enérgica y permanente de los derechos inalienables de nuestros pueblos.

Armados con la ley viva y la encomienda obligada ante nuestros hijos de superar las condiciones paupérrimas en que vivimos. Ejerceremos los principios de la autodeterminación, articulando nuestra liberación como primer paso: la administración propia de nuestros recursos territoriales y naturales.

Hoy que se exacerban los llamados a tomar las armas del Estado contra el narco, el narco contra el Estado, del narco entre sí, se percibe una escalada armamentista, con represión y militarización nunca vista antes en el México moderno, que a la postre ha llegado al genocidio al ser asesinados más de 14,000 mil conciudadanos desde Diciembre del 2006. Nosotros PREGUNTAMOS AL MUNDO, ¿acaso la sangre derramada en este llamada “Guerra contra el Narco” no es de seres humanos?, connacionales descarriados, presuntos delincuentes SI, PERO AL FIN, INTEGRANTES TODOS DE NUESTRA ESPECIE, HIJ@S, HERMAN@S, PADRES y MADRES. Presenciamos el Sacrificio Humano exigido por los sacerdotes en el Templo Mayor del “Imperio Capitalista” en su propia Guerra Florida contra la Humanidad y nuestra Patria en ejercicio de su culto pagano al Mammon: El Oro, fuente de su Poderío, Culto que fue la ruina de nuestra noble civilización en el “Único Mundo”.

NOSOTROS LOS PUEBLOS INDÍGENAS:

¡No invocamos la toma de armas!, ¡SINO la TOMA de CONCIENCIA humana!

Desde la incursión española la condición de indígena ha sido y sigue siendo un epíteto y sinónimo de pobreza, marginación, exclusión. Motivo bastante para avivar el desprecio y rechazo de la sociedad criolla – mestiza y hegemónica. Nuestra civilización y sus logros fueron desbaratadas y casi exterminadas, quedando hoy escasa memoria del alto nivel de desarrollo logrado por nuestros ancestros. Ante este rechazo y desprecio cruel de la sociedad mestiza, quienes llegaron para suplantarnos como señores de nuestro territorio y destino, algunos aborígenes han optado por negar su condición de indígena en humillante y vergonzosa complejidad malinchista de auto-desprecio que flagela con su negación sus propias raíces y antepasados, pretendiendo superar mediante su imitación al mestizo el estigma impuesto por la sociedad mestiza hegemónica hacia nuestras etnias, originales señores del territorio hoy conocido como México. No somos admitidos ni vistos como iguales por la sociedad que hoy domina esta tierra que miles de indígenas seguimos venerando como la manifestación de Tonantzin, materia viva de nuestra Madre Tierra. Según nuestras creencias y tradiciones milenarias, la Tierra no pertenece a los Hombres, sino los Hombres pertenecen a la Tierra, siendo que según nuestra cosmogonía ancestral y actual los hombres somos compuestos por los elementos eternos y divinos: Aire, Agua, Tierra y Fuego.

El rechazo y desprecio del mestizo transculturado hacia el indígena sigue vigente. Nuestras culturas sufren la embestida de una NEGACIÓN DE NUESTRO PASADO, propiciado por la vulnerabilidad de nuestros pueblos ante la embestida constante de los medios masivos y las secuelas de un mundo globalizado, así como la transculturación impulsada al convertir en herramienta inconsciente de conquista a nuestros propios jóvenes, quienes al ser obligados a abandonar sus comunidades de origen se convierten en enemigos de su propia etnia. Posteriormente la falta de oportunidades los obliga a migrar hacia el norte, en la esperanza de encontrar lo que su país no pudo proporcionarles, donde son emergidos en una segunda transculturación al servicio del imperio.

Ante este disyuntiva trágica y cruel de ser menospreciados y rechazados por la cultura colonial impuesta y el efecto de los factores que conducen a la erosión dolorosa e desintegración tortuosa de nuestras propias culturas milenarias, los jóvenes de nuestras etnias se encuentran atrapados entre una cultura que pierde relevancia y vigencia en sus ojos y otra que no los admite, por ello caen en la depresión y los vicios derivados de eso, hundidos en la desolación ante la carencia de un futuro de expectativas y esperanzas. En esto se fundan las coyunturas económicas actuales, políticas y sociales, que generan crisis existencial y de sobrevivencia. ¡Extinguiendo la alegría por la vida misma!

Nuestras creencias, cosmovisión y construcción social son igual al de todas las culturas milenarias del mundo, tomando como ejemplo el resurgimiento de China, India y nuestra hermana Bolivia, que con sus ejemplos vemos el resurgir de credos que se sustentan en una FE en las evidencias no empíricas.

¡No somos artefactos históricos y obsoletos, sino seres vivos!, con la firme intención de defender el pleno goce de nuestros derechos plasmados en la CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS y en la DECLARACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, adoptado por la Asamblea General el 1 de Septiembre de 2007 y suscrito por México el día 13 de septiembre de 2007, documentos que en su conjunto enumeran y establecen la protección de nuestros derechos colectivos e individuales, el derecho a la autodeterminación que conlleva a mantener viva nuestras culturas en todas sus expresiones.

Hoy avanzamos un primer paso adelante en un camino promisorio de conducirnos a reencontrar, recobrar y reivindicar los principios y valores de nuestras culturas y sociedades comunitarias para restablecer las condiciones que demanda la vida misma y permitir el desarrollo del ser humano indígena en condiciones de dignidad: LA VIDA EN COMUNIDAD.

Nosotros los indígenas ofrecemos aportar de manera efectiva con acciones y recursos la construcción de un destino distinto, promisorio en beneficio de nuestros propios pueblos y por añadidura contribuirá a rectificar el rumbo erróneo que ha tomado nuestra gran país, rumbo y visión de seguirse nos llevara a una ruina segura.

Perjuicios y políticas instituidos desde hace casi 500 años y que hoy siguen sin revertir producen actos de violencia contra nuestros pueblos, como lo son la pobreza extrema y la marginación institucionalizado de las etnias mediante el paternalismo, asistencialismo y clientelismo, aniquilando las condiciones esenciales para garantizar tanto la supra vivencia y el sano desarrollo humana de los integrantes de nuestros pueblos.

¡FOMENTAR LAS CONDICIONES QUE NOS PERMITIRÁN FORJAR UN DESTINO DISTINTO AL ACTUAL, QUE CONLLEVA AL EXTERMINIO DE NUESTROS USOS, COSTUMBRES Y TRADICIONES!

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Declaratoria / autoria / Santiago Bravo (Purepecha)

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