martes, 13 de diciembre de 2011

Dominicana: "Todo derecho empieza por el grito de quienes sufren la opresión"

SANTOD DOMINGO (SEMlac).- Maestra en las múltiples dimensiones de la palabra, más allá de títulos y reconocimientos, la abogada feminista Desiree del Rosario es una de las figuras del movimiento de mujeres en República Dominicana más comprometidas con las causas que se convierten en el epicentro de las luchas por la igualdad de hombres y mujeres y contra la violencia machista.

Su voz y talento afloran en la red virtual del Foro Feminista y en los debates sobre las particularidades de la modificación del Código Penal, instrumento de especial importancia para las mujeres.

Si se desconocen conquistas ya incluidas en la ley sobre la violencia intrafamiliar, como se rumorea, buena parte de lo ya ganado -como son las sanciones a los agresores- podría echarse atrás y, en cambio, podría mantenerse y aun incrementarse la penalización por la práctica del aborto, una de las responsabilidades por las que más se le demanda en su condición de asesora de la Comisión de Género de la Cámara de Diputados.

¿Ejerce esta actividad como feminista o como abogada?

Como abogada feminista. Está claro que el enfoque de género es la categoría de análisis central del feminismo. Desempeño una función técnica, que es también una función política. Pero en esta valoración y análisis hay que mirar el carácter no vinculante de las asesorías, aunque puedo afirmar que me siento muy respetada por las integrantes de la comisión de género que hacen esfuerzos importantes por incluir visión de género en la labor que realizan. Y lo hacen con gran seriedad.

Desde fuera pareciera que a diputados y diputadas les falta vocación por la defensa de los derechos de las mujeres o que, en ocasiones, se confunden, como en el caso de la propuesta de ley de crear una zona de tolerancia para las trabajadoras sexuales. ¿Es cierta esa apreciación?

En el espacio de trabajo del Congreso no podemos hacer generalizaciones. No creo que podamos decir que hay vacilaciones de parte de grupos que han evidenciado un compromiso, aunque esto no implique que tengan todas las fuerzas de su lado para obtener mayorías que favorezcan sus propuestas a favor de las mujeres.

Yo no dudo que haya representantes a quienes les falte vocación, pero el que los procesos de avance del país no se hayan producido con la rapidez deseada no se puede atribuir a una única causa, aunque esto contribuya. Tenemos evidencia, sin embargo, de proyectos determinados, urgidos de aprobación, que se han adoptado en tiempo record, y con todas las dedicaciones que se demandan.

Hay quienes afirman que la sociedad dominicana no quiere a las mujeres. ¿Piensa usted eso por lo que se refiere al Congreso y los congresistas?

A especular sobre si la sociedad dominicana es una sociedad tradicional, conservadora, no es cosa a la que se dedique ningún tiempo al interior del congreso. Estos congresistas que tenemos son una representación de esa sociedad que no reconoce a las mujeres ni sus derechos. Ciertamente, hay grupos que hacen la resistencia a aceptar que la sociedad ha dado saltos. Y ocurre que muchos de quienes nos están representando son, precisamente, quienes se resisten a los cambios.

¿Pasará la propuesta para recluir a las trabajadoras sexuales en una zona segregada?

Para hablar del proyecto del establecimiento de una zona rosa o de tolerancia se requiere hacer varias disquisiciones. Este ha sido uno de los temas que ha provocado grandes discusiones y no necesariamente porque sea favorecido, mayoritariamente.

No se ha dicho la última palabra con respecto a este proyecto y las recomendaciones técnicas no lo avalan. Hay un incipiente análisis que dice que esto no favorece a las mujeres, que contraviene acuerdos suscritos por el Estado dominicano. Pero tampoco se puede considerar el Estado como proxeneta ni que esa zona rosa presupone exoneraciones para los proxenetas.

En varios países se está luchando por la inclusión del feminicidio en los códigos penales y en la documentación jurídica. En tanto abogada, ¿cómo lo ve usted? ¿Favorece al propósito de rechazar los feminicidios incluir la figura jurídica en el Código Penal con las sanciones que correspondan, o se está "jugando" con posiciones más retóricas que concretas?

Como abogada favorezco que sea incluido el tipo penal feminicidio. Más que una opinión vacía, tenemos que hablar de cuál es el papel del derecho en la sociedad. Esto trasciende el hecho de contar con buenas leyes o dictámenes judiciales; se trata de hacer del derecho un instrumento de transformación que logre desplazar los actuales modelos sexuales, sociales, económicos y políticos hacia otros que replanteen la convivencia humana, que promuevan la aceptación de la otra persona como una legítima otra; y en la colaboración como resultante de dicho respeto a la diversidad.

En muchos países de América se han adoptado sanciones para el feminicidio y se ha definido la figura como "el asesinato de mujeres por el hecho de serlo". Nosotros ocupamos, como país, uno de los primeros lugares en asesinato de mujeres y esto puede evidenciar dos cosas: es impune el delito o somos una sociedad primitiva, violenta e indiferente.

Feminicidio es una figura que se refiere a crímenes a los que no se les puede atribuir otra causa que no sea la de la pertenencia al sexo femenino.

Usted se ha pasado buena parte de sus años como profesora de estudios de género repartiendo esperanzas de que la lucha por la equidad es una batalla que puede ser ganada. ¿Cuántos años más necesitamos para triunfar en esa guerra sórdida?

Creo que la igualdad es un objetivo alcanzable. Son las vidas como las de Sonia Pierre1 -que acaba de dejarnos- las que nos evidencian que es posible cambiar la desigualdad, la injusticia, la discriminación.

Cuando analizamos el trayecto, aunque sean insuficientes los avances, las mujeres acceden a educación, a la participación política, tienen reconocimiento como personalidades jurídicas, construyen ciudadanías, poseen nacionalidad, y eso se debe a la lucha de las feministas.

Si después de 98 años de vida republicana las mujeres ejercen el voto, es por esta denuncia y esta demanda sostenida de que el mundo puede ser mejor.

Proyectar cuántos años faltan no es estimable, pero la sociedad va poco a poco incorporando la visión de igualdad entre hombres y mujeres.

Ha muerto Sonia Pierre, una de las mujeres que más violencia y discriminación recibió del segmento más retardatario de esta sociedad. ¿Piensa usted que esa violencia contra ella proviene de que el pueblo dominicano es antihaitiano?

Si tuviera que colocar en orden las preguntas, esta sería la más importante porque pienso que la vida de Sonia Pierre es un ejemplo de constancia.

Los rasgos de una sociedad racista, antihaitiana y clasista se manifestaron en los ataques feroces de que fue objeto Sonia Pierre. Siempre fue notoria la diferencia entre visitantes haitianos que vienen a los centros turísticos y los que dan sus vidas y sudor para sostener la economía de servicios, megaconstrucciones y agricultura esclavista que hay en República Dominicana.

Su postura evidenciaba lo consciente que estaba de que ser ciudadana implica ejercer derechos que le negaba la sociedad dominicana. Creo que detrás de sus demandas hubo una mujer que sufría el odio histórico, el rechazo de la sociedad dominicana por la negritud. Para ella, sentir que no era de aquí porque no la reconocían, ni de allá porque no naciste allá, es una situación a la que no puede ser indiferente un ser humano.

Concuerdo en que todo derecho empieza por ese grito de quienes sufren la opresión.

Mirta Rodríguez Calderón

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