jueves, 12 de mayo de 2011

Argentina: Se conmemora el 25 aniversario de la muerte de Alicia Moreau


El 12 de mayo se cumplen 25 años del fallecimiento de la doctora Alicia Moreau, mujer en cuya actuación el pensamiento y la acción resultan indisociables y se esgrimen con contundencia frente a la realidad política nacional e internacional en cada momento de su centenaria vida.

Nacida en Inglaterra el 11 de octubre de 1885 se dirige a nuestro país, con su familia, a raíz de las cruentas guerras y represiones en que se encontraba la convulsionada Europa en 1890.

Su padre, Armando Moreau, revolucionario francés, que había participado en la Comuna de París en 1871, llegado a Argentina, milita en la organización de los primeros grupos obreros, donde Alicia lo acompaña y comienza a tomar contacto con la realidad que vivían las clases más oprimidas.

Cursa el magisterio en la Escuela Normal Nº 1 de la Avenida Córdoba, donde encontró dos excelentes profesores, Delio Aguilar y Eduardo Holmberg, quienes la pusieron en contacto con el "darwinismo social". A partir de ese momento accedió a un variado y plural mundo de ideas que tenían por denominador común el intento por dar explicación científica a los fenómenos sociales y el propugnar cambios para solucionar las injusticias prevalecientes. Tuvo también como profesor de Instrucción Cívica y Moral a Hipólito Yrigoyen, quien solía facilitarle libros de derecho y la distinguía por sus inquietudes intelectuales.

En 1906 participó del Congreso del Librepensamiento, que tendría enorme impacto en la vida intelectual de entonces y que señalaría su ingreso a la actividad político - social. Expuso una ponencia titulada " La Escuela y la Revolución", que se publicó en el primer número de la Revista Socialista Internacional y en la que sostuvo el triunfo de la razón sobre las supersticiones, cultos y ritos religiosos; y apostó a la escuela científica y libre, como herramienta clave para un nuevo orden social.

En el mismo año fundó el Centro Feminista Argentino y el Comité pro sufragio Femenino, junto a otras mujeres como Sara Justo, Elvira Rawson de Dellepiane y Julieta Lantieri. En el acta de fundación expresan "El movimiento feminista es un movimiento social organizado con el propósito de reformar la legislación, de abrir carreras, de mejorar las condiciones de trabajo y de hacer desaparecer los prejuicios y las prácticas que impiden a la mujer desenvolver su vida con libertad"

En 1907 se inscribe en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, convirtiéndose en una de las seis primeras mujeres que ingresan y obtiene su título con diploma de honor en 1913, lo que la ubica entre las primeras médicas de Latinoamérica. Se especializa en enfermedades femeninas, única rama en la que podía desempeñarse en un país que no veía con buenos ojos que las mujeres realizaran tareas profesionales.

Paralelamente, con apenas 21 años dicta cursos de divulgación popular junto a Fenia Chertkoff , sobre enfermedades sociales, en tiempos en que la tuberculosis, la sífilis y el alcoholismo hacían estragos en los sectores de menores recursos. Esos cursos se dictaron en la Sociedad Luz, universidad popular fundada por los socialistas a comienzos del siglo pasado.

Ya médica realizó sus prácticas en el Hospital de Clínicas, donde había ingresado por concurso de calificaciones; al tiempo que profundizó estudios de filosofía con el profesor Nicolás Matienzo en la Facultad de Filosofía y Letras, siempre uniendo el pensamiento libre con la acción constructiva.

Durante sus prácticas en el Hospital de Clínicas comprobó que muchas enfermedades tenían su origen en la miseria que sufrían los condenados por un régimen social injusto, denunciando la situación de las mujeres destruidas por la prostitución y las enfermedades. Alicia Moreau había comprendido que si no unía a su tarea de médica, la de la acción política, poco podía hacer para enfrentar el dolor humano.

En 1910 organiza, junto a Cecilia Grierson, la primera médica argentina, el Primer Congreso Feminista Internacional, del que participaron sus pares uruguayas y donde se discutieron temas tan actuales ayer como hoy: igualdad de salario y condiciones laborales, igualdad civil y política, etc. De esa época son sus trabajos: Feminismo e intelectualismo; La escuela laica; La moral de la naturaleza; El aire confinado y la higiene de los trabajadores; El nicotismo en los niños; Congreso Femenino Internacional; El Feminismo en la evolución social.

La educación popular era su pasión. En 1911 impulsa la campaña para fundar una escuela para inmigrantes. Fue parte de la Asociación Pro Educación Laica, que se funda en Morón con el convencimiento de la importancia de la educación en el desarrollo de las personas.

Expuso en una tesis cuestionando la educación pública, sosteniendo que los niños sólo se pertenecen a sí mismos, y que ni los padres, ni la iglesia, ni el estado, tienen derecho a imponerles sus dogmas. Con ese mismo sentido, fundó en 1910 el Ateneo Popular, a fin de promover la educación secundaria y universitaria, fundamentalmente en los sectores populares, funcionando en sindicatos, mutuales y en el Partido Socialista, haciéndose cargo además de la redacción de la Revista Humanidad Nueva.

Desde dicha revista aborda asimismo, temas como la emancipación civil y política de la mujer, otra de sus pasiones. Difunde las ideas de Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin.

En 1918 funda la Unión Feminista Nacional que se proponía ser un medio de concentración de fuerzas feministas, dispersas en el país, con el objetivo de obtener igualdad de derechos para las mujeres; colaboró con la redacción de las leyes de voto femenino, “trata de blancas", reglamentación de trabajo de mujeres y niños, ley de divorcio, jornadas de ocho horas y sábado inglés, entre tantas otras iniciativas que son llevadas al congreso de la mano de los diputados y senadores del Partido Socialista.

Crea el Comité Femenino de Higiene Social cuyo propósito es combatir la trata de personas y la explotación sexual. Se sumaban Alfonsina Storni, Gabriela Loperriere de Coni (PS) (miembro Comité Ejecutivo), Carolina Muzzilli, Julieta Lanteri (Partido Feminista Nacional), Paulina Luisi, de Uruguay, que se suma a la Liga contra la Trata de Blancas, dirigida por Petrona Eyle.

Alfredo Palacios defiende incansablemente la justicia social. Alicia Moreau dirá que Palacios fue el primer diputado que se atrevió a una cosa extraordinaria: la lucha contra la trata de blancas, que destruía miles de mujeres inmigrantes, es especial polacas y rumanas.

En 1920 se afilia al Partido Socialista. Decía por entonces "El conocimiento de lo que es la vida obrera y de lo desguarnecido que estaba entonces el hombre fue lo que me impulsó a ingresar al partido... No existía legislación obrera y el verdadero creador fue Alfredo Palacios (...). Es necesario reconocer, por otra parte, que es el primer partido político que admitió a la mujer en absoluta igualdad de derechos y obligaciones."

En 1922 se casa con Juan B. Justo. Los avances lentos pero continuos se suceden en el Congreso: en 1925 se sanciona la ley 11.317, sobre trabajo de mujeres, y en 1926 la Ley de Derechos Civiles.

En el Partido Socialista ocupó distintos cargos, integró el Comité Ejecutivo Nacional, fue directora de La Vanguardia y candidata a Diputada Nacional. Recorrió el país realizando campaña y organizando grupos de mujeres.

Pacifista incansable, desde las diversas tribunas en las que participó, la Dra. Moreau realiza un análisis profundo de las causas de la guerra y aboga a favor de una posición activa en pos de la Paz, expresando la necesidad de combatir las causas permanentes de la guerra: el aislamiento económico que los hambrea; el nacionalismo, que intoxica mentalmente a los pueblos; la diplomacia secreta, que los envuelve; el armamentismo que los empobrece y los arrastra al conflicto; el endiosamiento de los conductores, que los convierte en dóciles rebaños.

Apelará en sucesivas oportunidades a las mujeres para conseguir la paz en el mundo, particularmente durante las guerras mundiales; así, lo expresa en sendas publicaciones de La Vanguardia, revista de difusión del Partido Socialista: "Todo ha sido inútil" (1939) y "Las Mujeres Socialistas y la Paz" ( 1944).

En esa década, escribe los libros La mujer en la democracia (1945) y El socialismo según la definición de Juan B. Justo (1946).

En 1951, primera oportunidad en que la mujer puede ser elegida (11/11/51), el Partido Socialista la nómina como candidata a diputada nacional por la Capital Federal junto a María Luisa Berrondo. Dirigió el semanario socialista “La Vanguardia" desde 1956 hasta 1962.

Desde la década del '70 y hasta su muerte fue una impulsora incansable de la unidad de las distintas fracciones en que se encontraba disperso el socialismo en Argentina, entendiendo la necesidad de contar con una herramienta política para superar las injusticias de nuestro país, impulsando la Unidad Socialista en 1981, cuya Mesa de Conducción integró desde 1981 hasta su muerte. En este sentido es que en 1985, como parte de un Mensaje a las compañeras de la Reunión Nacional de Mujeres socialistas, sostuvo: "Reverdecerá y dará flores el viejo tronco socialista y con él al mismo tiempo florecerá la Nación Argentina en la medida en que el pueblo en su conjunto, la clase trabajadora, nosotras las mujeres sepamos luchar por la democracia por la justicia social, pero también por la paz, paz en la Argentina, paz en el mundo".

La última dictadura encuentra en Alicia Moreau una férrea luchadora por los derechos humanos. No vaciló, con sus noventa años, en encaminar la lucha por la defensa de los derechos humanos, sumándose a la fundación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos junto a Raúl Alfonsín, Oscar Alende y Alfredo Bravo, entre otros. Incansable, la dictadura instaurada en 1976 no pudo con ella, con sus ideas, con su solidaridad, y su estatura creció aún más. Ella, que luchó contra el militarismo y el clientelismo defendiendo la educación pública y laica, no escatimó esfuerzos para organizarse en defensa de los derechos humanos con los sectores religiosos que no callaron sus voces, como Jaime De Nevares.

Más allá de los desencuentros históricos Alicia Moreau se abrazó con los sectores sindicales sumando esfuerzos para reconquistar la democracia. Su abrazo con la CGT simbolizó el encuentro de las y los argentinos para construir un país más solidario, libre y democrático donde todas las ideas tengan lugar.

Siempre sumó, siempre construyó; desde la trinchera de sus ideas socialistas luchó por una humanidad nueva como se llamó la revista que a los 25 años dirigió. Una humanidad que entendió que debía ser igualitaria, con justicia social, con posibilidad de desarrollo pleno de las capacidades, con integridad moral, con libertad, con democracia, con paz.

Alicia Moreau es una figura que ha trascendido las fronteras partidarias para extenderse al campo social y moral y a todas las fuerzas políticas. Su nombre es automáticamente asociado al socialismo pero casi no existe mujer política que no la invoque como modelo a seguir y no reconozca la trascendencia de su pensamiento y su acción.

Esos dos elementos –pensamiento y acción– son la síntesis de la vida de Alicia Moreau, una usina de ideas creadoras y una constructora de realizaciones.

Periodista, política, médica y organizadora de las primeras expresiones de las luchas de nuestras mujeres, jamás parcializó ninguno de esos campos, a los que armonizó siempre en su lucha integral por una vida mejor.

Alicia Moreau unió lo social con lo político, el feminismo con la militancia, el socialismo con la democracia, la satisfacción de las necesidades con la libertad de pensar, de creer y de crear.

Fue sin dudas una de las mujeres más influyentes del siglo XX en nuestro país, muchas veces olvidada por la historia oficial. Mujer íntegra, que desde joven y a través de la vocación, el estudio, la comprensión del tiempo y el espacio que le tocó vivir, asumió que debía poner sus esfuerzos en la lucha por la igualdad y la solidaridad y que no había sociedad justa posible sin educación y con oprimidos. Fue una revolucionaria que siempre creyó que los cambios debían realizarse en democracia. Es por ello que solicito a mis pares la aprobación del presente Proyecto de Resolución.



Enfrentar la homofobia es cuestión de derechos


No es nueva en Cuba y pervive en la actualidad cierta tendencia que aparta, segrega y rechaza a las personas “raras” o “diferentes”, sobre todo si no se ajustan al canon establecido de cómo ser hombre o mujer. Blanco de burlas y exclusiones, de persecuciones e injusticias, las personas no heterosexuales, mujeres y hombres, han vivido en tela de juicio, desde épocas pasadas, bajo la presión de familias y sociedades que las juzgan, no las aceptan y las han nombrado, incluso, de las más inimaginables y peyorativas maneras.

“Lo que hay que cambiar no son las palabras, sino el significado negativo y de inferioridad que tienen”, opinó Mariela Castro, directora del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

La sexóloga intervino el pasado 4 de mayo, en La Habana, en el panel “Humanidad es diversidad”, en el espacio de reflexión Letra con Vida que coordina la Red de Salud Infomed en el Centro Dulce María Loynaz. Junto a ella estuvo el escritor e investigador Víctor Fowler, como parte de la Cuarta Jornada Cubana contra la Homofobia, con acciones por toda la isla.

En opinión de Castro, lo más grave de esa intención de “darles un lugar en el mundo” a las personas LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y trans), “de satanizarlas”, es “que ha servido para quitarles derechos”.

No fue hasta 1866, precisó Fowler, que surgió el término homosexualidad para nombrar lo que, de las más diversas maneras, se atribuía a conductas que se apartaban de la norma.

Luego, desde inicios del siglo XX y durante su transcurso, en los congresos de Medicina se presentaron textos que partían de admitir la diferencia sexual, “pero para eliminarla, tratando de fabricar una normatividad general”, precisó el también estudioso de estos temas.
Si bien la directora del Cenesex reconoció que la Medicina ha hecho contribuciones al estudio del ser humano y su sexualidad a lo largo del tiempo, coincidió en que también aportó muchos criterios desde su mirada de poder estereotipada.

De ese modo, la homosexualidad pasó a considerarse una enfermedad por mucho tiempo y hasta años recientes. No fue hasta el 17 de mayo de 1990 que la Organización Mundial de la Salud estableció el criterio que antes había asumido, en 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría, de eliminar la homosexualidad y la bisexualidad de la lista de enfermedades mentales, explicó la sexóloga.

En ese recorrido, no son pocas las personas que han vivido la terrible experiencia de intentar ser “curadas” de la homosexualidad. “A mí el psiquiatra me dio un remedio que no podía creer: que tuviera relaciones sexuales con animales, todos los que quisiera, hasta que esa confusión se me fuera de la cabeza”, relata a SEMlac Bernardo, jubilado de 62 años, recordando la pasada década del setenta, cuando todavía él no se había reconocido y aceptado personal y socialmente como homosexual.

Aquellos habían sido años particularmente difíciles en la isla para los homosexuales, excluidos durante el llamado proceso de “parametración” que, durante el llamado “quinquenio gris”, establecía parámetros que los marcaba como no idóneos para desempeñarse en determinados puestos laborales.

Antes, en la década del sesenta, habían funcionado las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), campamentos de trabajo con régimen militar a donde fueron llevados homosexuales, religiosos y hombres supuestamente apartados de la ideología de la Revolución cubana.

“Sufrí y me reprimí por mucho tiempo. Luché contra eso. Llegué a casarme y a creerme feliz con mi esposa, con quien fundé una familia. Pero años después, cuando aquella unión fracasó, me acepté como homosexual y tuve mi primera pareja masculina. Entonces supe que para mí la felicidad estaba en otra parte”, admitió este habanero, que prefirió ocultar su verdadera identidad.

“Las prácticas de vigilancia, control y represión tienen un efecto espantoso sobre las vidas de aquellas personas que más directamente las padecen, sobre quienes las ejecutan y también quienes callan, pues hay una sociedad completa que queda paralizada. Es realmente terrible”, apuntó Fowler.

La estrategia que en los últimos años promueven activistas sociales y el Cenesex contra la homofobia y las transfobia se basa en el respeto y reconocimiento de los derechos de las personas LGTB. “Hemos pasado de un enfoque biomédico a uno de derechos, que es lo que más nos importa en todo este proceso”, precisó la sexóloga Mariela Castro, “aunque no hemos logrado penetrar el mundo de la psiquiatría”, precisó.

Esos elementos han empezado a introducirse en el programa de formación de médicos y enfermeras de familia, aunque “es difícil cambiar la mentalidad”, advierte. “Son ideas que están asentadas más como dogma que como ciencia”

Otro de los pasos que han dado especialistas y expertos en la isla es el de integrarse al movimiento que reclama la despatologización de la transexualidad, una solicitud hecha el año pasado, expresamente, desde la no gubernamental Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).

”La transexualidad sigue siendo una entidad patologizada, de la cual saca mucho provecho la comercialización de la Medicina”, abundó Castro. “No ocuparse de los malestares y las necesidades de esas personas les hace daño, pero hacerlo desde un lugar de poder, con intereses manipuladores y comerciales, hace más daño todavía”, aseguró.

Tampoco son estos los únicos propósitos de la estrategia educativa que actualmente se promueve a la par de la Jornada Cubana contra la Homofobia, que transita por su cuarto año consecutivo de celebración.

Para la directora del Cenesex, “la lucha contra la homofobia es el pretexto que utilizamos para centrar la mirada en una forma de discriminación y que, desde ahí, enfrentemos todas las formas de discriminación y los profundos mecanismos que las sostienen”.

A la condición de ser homosexual se añaden elementos agravantes y otras discriminaciones si además la persona es mujer, no es blanca ni procede de la capital, clasifica como inmigrante o no domina el inglés, lo que la excluye del conocimiento científico, expuso la experta como ejemplos para ilustrar distintas expresiones de exclusión que conviven con la sexual, como por motivo de género, raza, origen, lengua, etnia y religión, entre otras.

“Nos interesa poner la mirada en ese antiguo y ancestral mecanismo creado por los seres humanos desde antaño para establecer diferencias que les quitan oportunidades a unos y les dan privilegios a otros”, argumentó.


- Sara Más /
Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMlac)
http://www.redsemlac-cuba.net/Sociedad/enfrentar-la-homofobia-es-cuestion-de-derechos.html