viernes, 3 de febrero de 2012

Bolivia: Contradicciones técnicas en el Currículo Educativo


Esto es esencial y por eso mismo preocupa: no necesitamos cumplidores de objetivos, sino estudiantes conscientes de sus procesos cognitivos, lo cual se logra con un currículo por procesos. Nada más simple y complejo

Partiré este análisis asumiendo que la Ley de Educación Avelino Siñani-Elizardo Pérez intenta saldar deudas históricas evidentes; que nadie puede afirmar que Bolivia está bien en términos educativos; que nuestros niños y jóvenes son más reproductores que constructores de conocimiento; que los profesionales no tienen una educación integral; y que la Bolivia que hoy heredamos es producto, nomás, de las debilidades educativas que por siglos se vienen arrastrando.

Daré por superado el lenguaje rimbombante, retórico y “revolucionario” de la Ley y aunque la terminología es verdaderamente llamativa, la semántica no deja de ser puro adorno, si no se es capaz de aterrizar en la práctica; es decir, en el acto educativo.

Cuando se ingresa al terreno del análisis técnico de los principios filosóficos y epistémicos de la política educativa, vale decir la acción intracultural, el desarrollo intercultural, la práctica comunitaria y el plurilingüismo (todos orientados hacia la “descolonización de la educación”), no encontramos ni en documentos oficiales del Ministerio del ramo, orientaciones ni fundamentos teóricos lo suficientemente “respaldatorios”; por el contrario, nos tropezamos con patéticas contradicciones:

1. No se conoce de manera científica el impacto de la interculturalidad y el plurilingüismo desarrollado en la Reforma Educativa (Ley 1565), en consecuencia ¿qué certeza técnica se tiene para asegurar que con la actual Ley se puedan “implementar” con éxito? ¿Los maestros están preparados para desarrollar procesos educativos en idioma materno (de 36 naciones), en castellano y en un idioma extranjero?

2. Asumiendo que somos un país pluricultural ¿por qué la Ley asume la interculturalidad a partir del “encuentro entre culturas para superar las inequidades derivadas del colonialismo y la colonialidad”? Cuento una anécdota: en la defensa de tesis de Maestría del señor Alejo Véliz, uno de los jurados le preguntó su opinión sobre la descolonización de la educación. Véliz, pedagogo y productor de papa, le respondió con dos preguntas: ¿acaso quieres sacarme mi sangre?, si te respondo en mi idioma materno (quechua) ¿cómo podríamos comunicarnos compañero?

3. Sobre la intraculturalidad ¿qué ha hecho el Ministerio para formar a los formadores para que sean capaces de educar en “Autoafirmación y fortalecimiento de los saberes, conocimientos y valores socio-comunitarios, contribuyendo a la afirmación de las identidades culturales”? Las autoridades han dicho que han repartido DVDs, CDs, y cuanto material didáctico sea necesario; pero ellos saben que esto no funciona con simples recursos tecnológicos. Si así les conviene creerlo, están firmando su fracaso. Repito, ¿los maestros serán capaces de conducir los procesos en las aulas con las implicaciones psicopedagógicas que esto supone?

4. ¿Cómo hará el maestro para “Desarrollar las capacidades y habilidades para la producción y creación material e intelectual en consonancia con las potencialidades y vocaciones productivas de las regiones, el territorio y la territorialidad” bajo un modelo pedagógico memorístico, centrado en el maestro y en el contenido?; ¿cuándo y cómo han preparado a los maestros en las “nuevas” teorías pedagógicas?

5. El Magisterio ha rechazado la educación por competencias (que señala la CPE) por lo que el currículo se ejecutará bajo la pedagogía por objetivos. Esta es la mayor contradicción del proyecto educativo del MAS porque el currículo por objetivos “hunde sus raíces en el movimiento utilitarista nacido en EEUU que, paralelo al auge que la aplicación taylorista tiene en la industria, pretende incrementar cualitativa y cuantitativamente la producción”. Su método plantea a) Establecer los fines que desea alcanzar la escuela; b) Seleccionar la experiencia que resulte más útil; c) La organización eficaz de dichas experiencias y, d) La comprobación de las metas.

¿Cómo se evalúa en este modelo? sea por capacidades, formativa–sumativa o como fuere, no deja de tener un carácter cuantitativo (en función de los objetivos trazados). Es decir, se seguirá poniendo números al conocimiento (dirigido/deseado) y el maestro orientará su práctica al logro de objetivos sin interesarle el proceso que el estudiante desarrolló para alcanzarlos. Esto es esencial y por eso mismo preocupa: no necesitamos cumplidores de objetivos, sino estudiantes conscientes de sus procesos cognitivos, lo cual se logra con un currículo por procesos. Nada más simple y complejo.

Insisto, el debate debe ser exclusivamente técnico.

La autora es comunicadora social

molmitos2010@gmail.com




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