viernes, 24 de febrero de 2012

Senegal vota por consolidar su democracia en un clima de extrema tensión


Senegal celebra el próximo domingo elecciones presidenciales en un clima de gran tensión, ya que la buena reputación de su democracia podría verse zarandeada si el actual presidente, Abdoulaye Wade, logra una polémica reelección.

Se trata de un desafío para el único país de África Occidental que no ha sufrido un golpe de Estado tras su independencia (en 1960, de Francia), pues la aspiración de Wade a un tercer mandato, cuando la Carta Magna pone un límite de dos, ha llevado a la oposición a tildar su ambición de "golpe de Estado constitucional".

Sin embargo, Wade, de 85 años, defiende que esa norma no es aplicable en este caso, puesto que la Constitución fue adoptada en 2001, un año después de que el actual mandatario llegara al poder.

Para exigir la retirada de la candidatura de Wade, la oposición y varias agrupaciones de la sociedad civil han convocado en las últimas semanas una serie de manifestaciones duramente reprimidas por la Policía, que han causado al menos ocho muertos.

En este sentido, las elecciones podrían desestabilizar a una de las potencias regionales, con una renta per cápita estimada en 1.090 dólares anuales y una esperanza de vida de 59 años, según datos del Banco Mundial relativos a 2010 y 2009, respectivamente.

Senegal figura en el puesto 112 de los 182 analizados en el Índice de Percepción de la Corrupción de 2011, elaborado por Transparencia Internacional.

Con una puntuación de 2,9 en una escala de 0 (más corrupto) a 10 (menos corrupto), Senegal, está mejor situado en esta materia que sus vecinos, Guinea Bissau (2,2), Guinea (2,1), Malí (2,8), Mauritania (2,4), a excepción de Gambia, puntuada con un 3,5.

No obstante, en términos generales, esta lacra afecta fuertemente al país africano.

Además, Wade ha pecado de nepotismo al intentar ceder el poder a su controvertido hijo Karim, aunque el fracaso de éste por hacerse con la alcaldía de Dakar llevó a su padre a aferrarse al poder.

Karim Wade controla cuatro importantes carteras del Gobierno: Infraestructuras Estatales, Transportes Aéreos, Energías y Cooperación Internacional, un cúmulo de responsabilidades que le ha granjeado el apodo de "ministro del Cielo y de la Tierra" por parte de la prensa local, que goza de una relativa libertad.

Senegal se encuentra en el puesto 76 de los 179 países analizados en el Índice de Libertad de Prensa 2011, de Reporteros Sin Fronteras (RSF).

El factor religioso también puede influir en el resultado electoral: el lanzamiento de gas lacrimógeno por la Policía dentro de una mezquita de Dakar el viernes pasado, mientras numerosos fieles rezaban, fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de una franja de la comunidad religiosa local, los Tidianes.

Esta comunidad forma, junto con los Mourides (a la que pertenece Wade), uno de los grupos más importantes en un país en el que alrededor de un 95 por ciento de los habitantes profesan la fe musulmana.

De hecho, analistas políticos vinculan la intensidad de la ola de violencia contra la candidatura de Wade vivida el fin de semana pasado con el enojo de los jóvenes seguidores de la cofradía Tidiane, que reclamaron la dimisión del ministro del Interior.

Wade, quien dijo en 2007 que no optaría a otro mandato, se enfrentará este domingo a trece candidatos, entre los que se encuentran tres ex primeros ministros y, por primera vez en la historia política del país, dos mujeres.

A pesar de sus palabras, el jefe del Estado senegalés anunció, en 2009, su candidatura para los presentes comicios.

A quienes le recordaron su promesa anterior de no concurrir a los comicios, Wade contestó: "ma waxoon waxeet" (el equivalente a "donde dije 'digo', digo 'Diego'", en la lengua oficial wolof), una fórmula que se ha convertido en máxima para los grupos de música rap que critican la falta de fidelidad del mandatario a su propia palabra.

En este contexto están llamados a las urnas unos 5 millones de senegaleses, en una región del continente que necesita estabilidad, tras la sacudida de los enfrentamientos armados postelectorales en Costa de Marfil tras los comicios de noviembre de 2010.


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