martes, 10 de abril de 2012

Las mujeres siguen en la lucha por sus derechos


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Florence Thomas, de nacionalidad francesa, llegó a Colombia hace 51 años para quedarse. En este lapso se ha arraigado en el país con una activa partición en los medios de comunicación y en movimientos sociales y culturales. Es una líder natural y reconocida del feminismo y en función de esta corriente ocupa gran parte de su tiempo predicando los derechos de la mujer, en defensa de su igualdad frente al varón y la consolidación de libertades y garantías fundamentales.

Su protagonismo cotidiano está expresado en los libros que escribe, las conferencias que dicta, los foros y seminarios que programa, sus columnas de opinión, los encuentros académicos y los congresos a que asiste invitada por organizaciones de diferentes países.

El 12 de marzo de este año, invitada por la Universidad de Pamplona, Florence Thomas vino a Norte Santander. En Pamplona y Cúcuta intervino en los foros programados y, además, respondió preguntas en entrevista que concedió a La Opinión.

A una pregunta sobre su posición en el debate relacionado con la utilización del femenino en el lenguaje, respondió con la columna publicada en El Tiempo el 28 de marzo. (Ver cuadro)

Las mujeres siguen luchando por sus derechos, por la igualdad. ¿Qué tanto les falta para cumplir las metas que se han propuesto?

Falta mucho y particularmente, cultura. Hay que seguir avanzando a pesar del conflicto armado. El desplazamiento vulnera todos los derechos de las mujeres. Pero también hemos avanzado . Hoy día somos vivibles, tenemos palabra, estamos en todas las carreras de las universidades, nos hacemos oir y nuestra voz tiene eco. Hemos entendido que el mundo lo podemos cambiar pero colectivamente y no una por una. Cuando las mujeres nos alineamos en una misma dirección, es otro el ritmo de la historia.

En Colombia políticamente cómo ve la participación de las mujeres?

Pésima. No hemos podido sobrepasar el 14 por ciento en el Congreso. Tenemos ganada la medalla de oro de la baja participación de las mujeres en las actividades públicas en América Latina. El espacio de la política es lo más machista que hay. Debemos luchar por la paridad política para que hombres y mujeres gobiernen el mundo en pie de igualdad, como debe ser.

Entonces, cuál es el campo donde más se ha avanzado?

En educación, pero también en derechos sexuales y reproductivos. Contamos con herramientas que nos amparan. El fallo de la Corte Constitucional en relación con la despenalización del aborto para casos excepcionales es un avance. Y no daremos un solo paso atrás.

Qué tanto poder tiene el machismo en Colombia?

Enorme. Pesa mucho la cultura patriarcal. La violencia contra las mujeres alcanza un índice espeluznante. Las violaciones, el maltrato, los conflictos intrafamiliares son situaciones muchas veces desbordadas muy preocupantes. Esto debe cambiar. No podemos seguir siendo botines del gusto de los hombres.

Cuál ha sido la participación del movimiento feminista en la búsqueda de soluciones al conflicto armado en Colombia?

Hace 30 años que el movimiento feminista ha declarado que no parirá un solo hijo más para la guerra. Ha hecho marchas, cabildos, constituyentes, investigaciones y escritos. Ha generado muchas indagaciones muy serias sobre la vulneración de los derechos de las mujeres, sobre el cuerpo de las mujeres como botín de guerra, las violaciones forzadas, etc…, desde hace años. Ahora que no lo lean los hombres y los patriarcas de la ciencia social, esto es otra cosa. El movimiento social de mujeres ha volcado casi todos sus esfuerzos sobre los estragos de la guerra desde hace años.

Cuáles son las diferencias en los avances por los derechos de la mujer en las culturas de Occidente y la musulmana?

No sé… No sé mucho sobre los movimientos de mujeres feministas en países musulmanes. Sé que algunas se juegan la vida y que muchas están en la cárcel. Sé que hay que tener un formidable deseo de justicia y un valor casi sin calificativo para ser feminista en estos países.

Qué recepción tiene entre los estratos populares el discurso sobre los derechos de la mujer?

Una enorme resonancia. Son las clases medias y altas las que tienen dificultades con el discurso y los aportes del feminismo. Claro, porque las clases populares no tienen nada que perder y todo para ganar y esto lo entienden muy rápido. ¿Qué puede perder una mujer popular cuando se da cuenta de que puede construirse como sujeta de derechos, que tiene derechos sexuales y reproductivos, que el fallo de la Corte Constitucional C/355 le permite abortar si la violan… etc…En cuanto a las de estratos altos, lo entienden solo después de una desgracia personal. En fin, es más complicado que esto pero las más activas líderes feministas vienen en su gran mayoría de los estratos 2 y 3.

Cuáles son los obstáculos que frenan el movimiento por la igualdad de derechos de las mujeres en Colombia?

La cultura patriarcal evidentemente, ayudada por los poderes de las religiones y particularmente en Colombia de la religión católica. Es un fuerte trabajo sobre los imaginarios culturales que es hoy día lo más importante y urgente trabajar. También por supuesto es absolutamente necesaria voluntad política y presupuestos sensibles al género.

Cómo califica el papel del Instituto de Bienestar Familiar en la labor de protección de la familia en Colombia?

No sé… En general no muy solidario con los aportes del feminismo… pero acaba de cambiar de dirección y tal vez va a cambiar…

Con respecto al aborto, cómo evalúa la conducta pública de la Procuraduría General de la Nación en este tema?

Todas las feministas y muchos intelectuales del país afortunadamente, nos encontramos en una fuerte campaña para obstaculizar a como de lugar la reelección de este señor que se equivocó de profesión…y que insta a no cumplir con los dictados de la Constitución en materia de derechos sexuales y reproductivos, en materia de respeto a la diversidad sexual, un señor homofóbico y misógino…Afortunadamente, creo que tenemos aún una Corte Constitucional decente en materia de derechos para las mujeres y para la población LGBTI.

Cuál es su diagnóstico sobre la violencia de género en el país?

Espeluznante, desastrosa y de una inmensa tristeza. Esta situación, las estadísticas y los estragos que provocan las violencias en contra de las mujeres, debería hablar a los hombres y hacerlos reaccionar…Cada tercer día en Colombia, una mujer muere bajo los golpes de un hombre…Esto hay que saberlo, hay que comentarlo y hay que debatirlo.

Considera que los organismos de control del Estado pueden mostrar avances en el control de la implementación de la ley de protección de la mujer contra la violencia?

Ya la respondí desde la voluntad política y presupuestos sensibles al género.

Qué avances observa con respecto a la cuota de participación de la mujer en los cargos públicos?

Pocos avances… Más bien muy pocos. Sin embargo, ahí están algunas mujeres valientes en este mundo de patriarcas y no hay duda que seguiremos avanzando a nuestro ritmo hasta poder hablar de paridad y no más, nunca más de pobres cuotas… Colombia se denomina como democracia participativa… ¿qué es una democracia participativa en un país que tiene 52 por ciento de mujeres?, le pregunto.

Lenguaje y género


FLORENCE THOMAS

El mundo del lenguaje está alborotado. Sí, y después de un editorial de EL TIEMPO (‘Ellos, ellas y la gramática’), que relanza la polémica del académico español Ignacio Bosque, y después de la columna de mi amigo Héctor Abad en El Espectador en la cual cita frases mías que a su juicio no cumplen con sus interpretaciones del lenguaje incluyente, quiero poner los puntos sobre las íes y responder algunas de las imprecisiones de los detractores de esto que llaman un lenguaje ridículo, postizo e insoportable.

Primero: nos recuerdan que la lucha para desterrar la inocultable discriminación que sufren las mujeres debe darse en la sociedad y no en el diccionario. Sí, tienen razón, y es exactamente lo que estamos haciendo y lo que está sucediendo. Sin embargo, el diccionario tendrá que asimilar los cambios de una lengua como el castellano, que aún no figura dentro de las lenguas muertas. Y hoy somos las mujeres quienes la hacemos más viva que nunca. Hoy todos y todas aceptan palabras de la jerga interactiva, pero cuando somos las mujeres quienes exigimos ser nombradas y visibilizadas, nuestra manera de escribir y de hablar se vuelve un esperpento.

Segundo: lo que nunca aceptaremos es que nos hagan decir lo que la mayoría de las feministas nunca han dicho. En este tema tan sensible hoy día, se trata de sentido común, de reconocer y discernir cuándo es vital para nosotras ser nombradas y dónde nuestro ocultamiento es de suma gravedad para la construcción de nuestra identidad, el reconocimiento de nuestra autoridad y de nuestra incuestionable participación en la construcción del mundo.

Es en este sentido en el que exigimos ser nombradas en documentos oficiales, discursos políticos, constituciones, leyes y decretos, por supuesto. Y con mayor razón en escritos políticos y sociales, en textos escolares -la escuela es uno de los escenarios más importantes de la reproducción del sexismo-, en textos universitarios y en investigaciones científicas, en editoriales periodísticos, en comerciales, en trabajos comunitarios y en todo lo que se refiere a la vida cotidiana.

Si decir colombianos y colombianas, o niños y niñas les molesta o les parece muy largo, les preguntaría: ¿cuál es el afán? Yo, siendo mujer, he aprendido que la democracia se construye lentamente.

No sé si tengo la gramática alborotada -he sido una mujer felizmente alborotada-, pero si sé que cada vez que nos recuerdan que el mundo está hecho de hombres y mujeres, de niños y niñas y de ciudadanos y ciudadanas, siento que estoy donde quiero estar. Un mundo incluyente, que me permite estar también en el centro y no en la periferia, mejor dicho, estar donde quiero.

Tercero: y desde este sentido común, comprendamos que el lenguaje es tan sexuado como quienes lo hablan y como quienes lo regulan; tan sexuado como los patriarcas de las academias. Es imperativo que nos tomemos esta tierra aún tan misógina. Es imperativo adaptar el lenguaje a nuestra recién inaugurada autonomía. Y con esto no se trata de transformar el lenguaje en una herramienta pesada e insoportable y hacernos decir lo que nunca hemos dicho. Solo pedimos atención a los aportes del feminismo. Solo exigimos estar visibles en la historia que hoy se escribe.

Y, por supuesto, Héctor Abad Faciolince no necesita escribir sus novelas con lenguaje incluyente, porque las novelas recrean las vidas de personajes concretos. Y a él le digo que, aun en medio de cinco hermanas, nació varón, y nacer varón es, en sí mismo, nacer sujeto y no necesita confirmación. Nosotras necesitamos sin cesar confirmación. Héctor: acuérdate siempre de esa frase magistral de Pierre Bourdieu:

“Nacer mujer es nacer con un coeficiente simbólico negativo”. El lenguaje incluyente es sencillamente una herramienta de reparación histórica.


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