domingo, 13 de mayo de 2012

Agustín Cueva

El deceso del sociólogo Agustín Cueva (1992) hace 20 años conmemora la intelectualidad de izquierda desde la academia, la prensa y el poder estatal. Sus postulados marxistas desacralizaron la colonialidad de la historia política y artística en sus obras ‘El proceso de dominación política del Ecuador’ y ‘Entre la ira y la esperanza’.

A Espejo y a Montalvo los recupera como mestizos que produjeron panfletos y ensayos contra el autoritarismo y los rezagos coloniales. Los dos fueron desterrados por el poder de la época. Espejo fue el primer escritor apresado y muerto entre rejas. Le repelía “el gusto viciado de querer siempre lo brillante más que lo sólido; lo metafórico más que lo propio, y lo hiperbólico más que lo natural”. Rompió con la caricatura ornamental y cortesana de los escritores que buscaban alabanzas y mercedes del poder colonial.

Estos testimonios podrían ser envidiables en los ideólogos de izquierda del actual gobierno, que enarbolan sus políticas sustentándose en Espejo y Montalvo y obviando sus espíritus libertarios.

Cueva y Bolívar Echeverría sembraron parte de sus simientes transformativas en México, consagrados como críticos de virtudes y trabas que compiten, a veces, en la sombra de la conciencia revolucionaria de la clase media en la filosofía, en la organización partidaria y en la gestión estatal como claves de formulación de nuevas perspectivas históricas.

Echeverría planteó el ethos barroco (modernidad alternativa) como un mestizaje cultural provisorio y ligado a la independencia nacional de los sectores subordinados con solidaridad. Cueva resalta la literatura realista de los 30 como un afán escritural que pedalea contra el conservadorismo colonial, que se depositó, por ejemplo, en el “mea culpa” de ‘Cumandá’ de Juan León Mera.

mfaguirre@lahora.com.ec

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