martes, 12 de junio de 2012

No renunciemos a las grandes y profundas transformaciones que nos aguardan

Por: Marco Arana Zegarra

Cajamarca, Perú
12.Junio.2012

La autodefinición de izquierda sugerida recientemente por el vocero de Fuerza Social en una agencia de noticias nacional muestra que esa fuerza política no es más de izquierda sino es un centro izquierda pragmático, que así como en el proceso electoral pasado no tuvo empacho en declarar que la meta de unidad alrededor de su inscripción partidaria era para "cerrarle el paso al nacionalismo" ahora no se atreve a cuestionar el creciente autoritarismo y el abandono de las promesas electorales de ese nacionalismo para seguir imponiendo una política económica antidemocrática y ecocida.

Y, aunque quiero entender que cuando dice que la izquierda ha abandonado la perspectiva "revolucionaria" se está refieriendo correctamente al abandono y superación de la práctica violentista que justificaba sin más el recurso de las armas, me temo que en la hora actual no se trata de renunciar a una perpsectiva nueva, auténticamente revolucionaria. No lo es, por ejemplo, el planteamiento principista y programático de TyL de proponer que cambiemos hacia una nueva relación sociedad-naturaleza? Del curso depredador y ecocida de la economia hacia otro social y ecológicamente justos? Y aquí la novedad de la propuesta trasformadora, profundamente revolucionaria de TyL más aún, si queremos hacer esos cambios en un mundo en que la violencia se ha institucionalizado, los libertarios y libertarias nos proponemos hacerlo generando un amplio movimiento contrahegemónico ciudadano que, a través de un partido, que se define como pacifista, usando medios de no violencia activa, derrote esa visión economicista del desarrollo que se nos quiere imponer como única y, que políticamente podamos radicalizar la democracia para que ésta no se quede en simple representación y procesos electorales, sino que fortaleciéndo esos procesos los amplíe hacia una mayor participación ciudadana, aumente los mecanismos de control de los ciudadanos-electores sobre el ejercicio de la autoridad delegada, descentralice y desconcentre, no solo la administración sino tambiém el poder mismo que se halla cada vez más concentrado en manos de unos pocos como nunca lo había estado en otras épocas de la historia.

Ante un sistema atosigante, aplastador, deshumanizante, violento, ecocida no se puede sino reivindicar la centralidad de la acción revolucionaria: en la visión y apuesta por construir un altermundo, en el campo de la disputa de las ideas y del conocimiento, de la acción crítica cotidiana, de la construcción de procesos de participación diversificada, protectora y garante de los derechos de los más débiles y no solo a través de políticas públicas proteccionistas sino garantistas de su derecho inalienable a existir como es el caso de los pueblos originarios, reivindicando derechos de generaciones que aún no existen y no pueden ser contabilizadas pero frente a las cuales tenemos una responsabilidad histórica irrenunciable.

Estos son los nuevos contenidos de lo verdaderamente revolucionario que ha superado el esquema confrontacionalista, de lo incendiario, lo violentista, lo sectario, fundamentalista y destructor, pero que que sin duda también se halla lejos, muy lejos, del adaptacionismo transformista y pragmático de quienes probablemente han perdido la capacidad de indignarse, de soñar, de atreverse a construir un mundo mejor, un Perú distinto y creen en lo concreto que el diálogo en Cajamarca pasa no por el derecho a decir y decidir que no destruyan nuestras fuentes naturales de agua, sino porque el ejercicio del derecho se reduzca a la aceptación de la manera, el día, el dinero que nos deben dar a cambio de que aceptemos la puesta en marcho del nuevo hidrocidio. O que, en el caso de Espinar, se conformen con ajustarse a las reglas del juego puestas por leyes hechas para legitimar la opresión, criminalizando las protestas y restringiendo las libertades y los derechos considerando que ante el peso de la realidad jurídica y los hechos éstas deben ser aceptadas sin más porque "así son la reglas" renunciando a cuestionar la entraña antidemocrática de las mismas.

Queremos el diálogo no sobre las condiciones que quieren imponer a nuestros pueblos que históricamente han sido relegados, no aceptaremos formas de diálogo en la dinàmica del amo y el esclavo que ya sabemos como termina aplastando a los más débiles. Queremos el diálogo que nos respete, nos escuche, reconozca que no solo las personas tenemos derecho a vivir, sino también tienen derecho a hacerlo todos los demás seres vivos, nuestros ecosistemas hídricos, nuestros paisajes, la tierra de nuestros padres que no debemos olvidar que es aquella de donde venimos y, aunque hayamos cambiado de lugar por migración hacia pisos encementados, será siempre a la que iremos un día pues es nuestra gran casa, sin sustituta.

Que la pragmática y las ansias de poder electoral no hagan renunciar a los libertarios y libertarias al mayor poder de todos: el poder del sueño y la voluntad de cambiar, de construir un mundo distinto, de transformar radicalmente, de revolucionar las mentes, los corazones, la estructuras sociales, económicas y culturales que han llevado al planeta entero a la mayor crisis ecológica hasta llegar a poner en peligro a los demás seres vivos y nuestra propia sobrevivencia en él.

Sin soberbia alguna, no hay ninguna fuerza política actual en el país con capacidad de movilizar a los ciudadanos y ciudadanos con una tal visión de justicia social y ecológica democratizadora, transformadora no solo de la economía, sino también de la cultura para que aprendamos a vivir en paz con nuestros demás hermanos y la Madre Tierra, no renunciemos a ser lo que estamos, por voluntad propia de muchos, dispuestos a ser en la historia de las grandes transformaciones que aguardan nuestro país.

Un abrazo!!

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