domingo, 12 de agosto de 2012

Colombia: Cazando indios

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

La imagen del sargento García llorando fue divulgada con rapidez. Un militar indefenso sufriendo a manos de los indígenas del Cauca, quienes decididamente reclaman que la Fuerza Pública y las FARC salgan de sus territorios ancestrales.

La angustia del rostro del soldado llenó páginas de periódicos, redes sociales, y canales de televisión. Antes de que García llorara a pocos nos importaba lo que ocurría en el Cauca.

¿Sabe usted qué reclaman los indígenas Nasa? ¿Sabe usted quiénes son los indígenas Nasa? ¿Sabe usted que en la Minga de 2008 murieron 2 indígenas por armas de fuego y hubo 100 heridos? Es más, ¿sabe usted tan siquiera qué es una Minga?

Las lágrimas de García fueron tan poderosas que hicieron que a los colombianos les empezara a importar ese conflicto, lástima que haya sido de la manera equivocada. Pues, en nuestro cerebro primario concluimos: “Si García llora, entonces los indios son malos”.

La legitimidad de las acciones del Estado es cuestionable en unas regiones en las que ha sido ausente, negligente y corrupto. En la Minga de 2008 se tomaron imágenes en las que civiles encapuchados avanzaban al lado de los antimotines, pero el entonces presidente Uribe lo negó y siempre deslegitimó al movimiento indígena.

Incluso propició la creación de un movimiento paralelo al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), llamado Organización de Pueblos Indígenas del Cauca, que muy convenientemente le rendía tributo a los intereses del Gobierno, a los megaproyectos, al TLC, y a la seguridad democrática.

Además de intentar fragmentar las organizaciones indígenas, otra estrategia ha sido señalarlos de guerrilleros. Es una idea que los medios de comunicación suelen replicar sin mayores cuestionamientos. Esto, sumado a que seis militares fueron condenados por el asesinato del líder Edwin Legarda en 2008 -esposo de la lideresa Aida Quilcué-, no ha destruido al movimiento social, sino que ha aumentado las desconfianzas del pueblo indígena hacia el Estado.

Pocos sabrán que los Nasa tampoco quieren a las FARC y que la guerrilla ha asesinado también a reconocidos líderes indígenas. Así que como simple acto de pedagogía es importante saber que ser Nasa no es ser guerrillero.

Hace un año, Feliciano Valencia, vocero del CRIC, condenaba un ataque de las FARC a los indígenas de Toribío y le exigía a las FARC respetar sus territorios y a sus formas organizativas. En estos días, sin embargo, apenas tímidamente los medios han publicado que la Guardia Indígena también ha expulsado a guerrilleros de su territorio.

Lo que ocurre en el Cauca es complejo y no es una madeja fácil de desenredar, mas cuando se mediatiza arbitrariamente, sin análisis críticos y sin tener en cuenta la historicidad. Las lágrimas de García deben ser importantes, pero no suficientes para hacer reflexiones responsables y buscar una salida decorosa al conflicto. De cualquier modo, vale la pena recordar que en Colombia no hemos dejado de cazar indios y hoy ya se cuenta otro indígena muerto.

*Psicóloga, activista, defensora de derechos humanos.


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