lunes, 1 de octubre de 2012

Hobsbawm, el último testigo del siglo XX

Fallece a los 95 años uno de los pensadores más importantes de Europa y el más célebre de los historiadores marxistas británicos. Fue autor de clásicos como la trilogía de las Eras


DANIEL ARJONA | Publicado el 01/10/2012

El historiador británico Eric Hobsbawm ha muerto este lunes en Londres a los 95 años. Miembro del Partido Comunista desde 1936 hasta que se derrumbó después de 1989, ejerció la mayor parte de su vida como profesor de la Universidad de Cambridge.

Cuando en 1994 Eric Hobsbawm publicó al fin su Historia del siglo XX lo hizo casi contra su voluntad. Que el más respetado investigador de la contemporaneidad no hubiera hincado sus dientes aún en el siglo más apetitoso para la historiografía obedecía a un rechazo consciente y razonado: el siglo XX era el suyo y el testigo Hobsbawm no creía contar con la distancia temporal y emocional suficiente. Tal vez fueron esos recelos los que propiciaron una tibia acogida del libro por parte de la crítica.

Y es que Eric Hobsbawm había nacido en Alejandría el 9 de junio de 1917 un año antes de que el siglo realmente empezara. Como él mismo explicó tantas veces, el corto siglo XX brota entre las cenizas de la Gran Guerra, en 1918, cuando el mundo de ayer se esfuma, y muere en 1989, con la desintegración del comunismo. 1917 es también el año de la Revolución en Rusia, acontecimiento que marcaría para siempre la actividad intelectual de Hobsbawn.

Hobsbawm creció en una familia de judíos laicos en Viena y Berlín los años de la tan prometedora como fracasada República de Weimar. Huérfano desde niño y adoptado por sus tíos paternos, contaba 15 años cuando Hitler ascendió a la cancillería: “El 30 de enero de 1933 no es una fecha arbitraria en la que Hitler accedió al cargo de canciller de Alemania, sino una tarde de invierno en Berlín en que un joven de quince años, acompañado de su hermana pequeña, recorría el camino que le conducía desde su escuela, en Wilmersdorf, hacia su casa, en Halensee, y que en un punto cualquiera del trayecto leyó el titular de la noticia. Todavía lo veo como en un sueño” (Historia del siglo XX, Crítica, 1995).

Ese mismo año la familia marcha a Gran Bretaña. Hobsbawm se doctora en el Kings College de Cambridge, participa sin llegar a combatir en la II Guerrra Mundial y se afilia al Partido Comunista. La nutricia y poderosa escuela de los historiadores marxistas británicos hallaba así a su primera y más eminente figura. De su prolongada militancia en las filas del materialismo histórico dará cuenta en su autobiografía Años interesantes. Una vida en el siglo XX (Crítica, 2003). Historiador, marxista, británico de adopción, Hobsbawn no podía sino dirigir sus esfuerzos intelectuales al siglo XIX, el de la revolución industrial, el auge de la burguesía y del imperio y la consolidación de un novedoso y revolucionario sistema socioeconómico: el capitalismo.

Hobsbawm quiso explicarse y explicar todo aquello lejos de los cenáculos de especialistas y acometió la escritura de la espectacular y muy leída trilogía de las Tres Eras: La Era de la Revolución: 1789-1848, La Era del Capital: 1848-1875 y La Era del Imperio: 1875-1914. Con afán divulgado y nervio narrativo, se convertiría en una de las más importantes obras de renovación historiográfica del siglo.

Ni la revolución húngara de 1956 ni la Primavera de Praga de 1968, cuando la mayoría de sus compañeros historiadores y marxistas se borraron del Partido, enajenaron su filiación comunista. Hobsbawn se mantuvo fiel pese a las críticas hasta la mismísima caída del Muro, cuando media Europa se acostó socialista y despertó capitalista. En una entrevista posterior defendía, pese a todo, que sus “enormes esperanzas para un mundo en el que los humanos pueden ser humanos”, se conservaban firmes. No por casualidad titulaba su último libro publicado Cómo cambiar el mundo. Marx y el marxismo, 1840-2011(Crítica, 2011)

Historiador, militante feroz, crítico de jazz en sus ratos libres, enamorado de los rebeldes primitivos, del mítico general Ludd que dio su nombre a los destructores de máquinas y de los bandoleros andaluces, Hobsbawm fue un terco testigo de su siglo, el XX, una centuria corta e intempestiva que queda hoy, con su muerte, algo más lejos.

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