viernes, 7 de diciembre de 2012

Mujeres indígenas líderes del sudeste de Asia se unen contra la violencia relacionada con el desarrollo


Soi Tonnampet y Kruemebuh Chaya, ambas miembros de la tribu Karen de Keng Kra Chan, Tailandia, comparten con el grupo sus experiencias relativas a la violencia y el desplazamiento durante una sesión donde se contaron historias. Foto: ONU Mujeres/Jo Baker
 
El sonido de los helicópteros todavía hace temblar a Soi Tonnampet muchos años más tarde. La hace revisitar la primera vez que ella y otras mujeres de su comunidad indígena –la tribu Karen– se escaparon de una operación dirigida a hacerlas salir de los parques nacionales del Norte de Tailandia. Recuerda que durante el primero de los tres días de su huída a través del bosque —una entre muchas otras— una anciana murió y otra mujer perdió su embarazo.
Aunque vienen de aldeas que están distantes las unas de las otras, las miembros de la red de mujeres indígenas del sudeste asiático encontraron puntos comunes durante una consulta que se celebró recientemente sobre la violencia perpetrada contra las mujeres indígenas. La reunión, llevada a cabo en Chiang Mai, Tailandia, se centró en las formas de violencia que se ven empeoradas o que han sido causadas por proyectos de desarrollo económico.

El evento fue organizado por el Pacto de Pueblos Indígenas de Asia (PPIA) con el apoyo de ONU Mujeres dentro del marco de su Programa regional para mejorar los derechos humanos de las mujeres en el sudeste asiático, y forma parte de los esfuerzos por poner en contacto a las mujeres indígenas entre sí y con las y los expertas/os de derechos humanos, dándoles a la vez las capacidades necesarias para definir y responder a los temas más urgentes.

En momentos en que se está tomando decisiones sobre el marco de desarrollo sostenible y que los países —en especial los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático— se abren económicamente, se vuelve cada vez más importante remediar su invisibilidad y su falta de voz en la esfera pública.

“El impacto de la violencia contra las mujeres indígenas, que acompaña la militarización de los territorios indígenas y la destrucción de nuestros recursos naturales que conducen al desplazamiento, afecta no sólo a los individuos sino al grupo, atentando contra la dimensión sociocultural de su identidad y dignidad”, dice Joan Carling, Secretaria General de la PPIA. “Si [las mujeres indígenas] no participan en la toma de decisiones que las conciernen, se puede considerar que el tema no está siendo debidamente atendido”.

Aunque a menudo se encuentran en áreas donde hay riquezas naturales, los grupos indígenas, que representan el 5 por ciento de la población mundial, representan el 15 por ciento de las personas más pobres en todo el mundo, según el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) de la ONU. Muchos tienen que sobreponerse a los considerables daños, marginalización y violaciones de derechos humanos como resultado de los procesos agresivos de desarrollo.

En lo que respecta a las mujeres, esos daños tienen diversas formas: por ejemplo, la llegada de trabajadores no indígenas y de personal de seguridad a las áreas indígenas ha conducido a un aumento de la prostitución, de los acosos sexuales y de las violaciones. Con el cambio o la destrucción de los medios de vida indígenas, los niveles de violencia de género a menudo aumentan, y los daños económicos, sociales y culturales afectan a las mujeres de manera diferente porque las cargas que deben soportar cambian o se incrementan. Dado que las mujeres indígenas pueden tener niveles inferiores de educación y verse reprimidas por varias formas de discriminación, se les dificulta destacar sus inquietudes y liderar el cambio.

Sin embargo, las mujeres líderes están demostrando su calidad como valiosas defensoras. La consulta de Chiang Mai puso en contacto a 29 mujeres indígenas de ocho países del sudeste asiático con las y los expertas/os regionales e internacionales de derechos humanos, con defensoras/es de los derechos de las mujeres y de los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo a representantes de la Comisión para la promoción y protección de los derechos de las mujeres y de los niños de la ANSA, y el Mecanismo de expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas de la ONU.

“En este taller oigo los casos de cada país y cómo se han sobrepuesto a ellos, y yo puedo así aprender de ellos”, dice Seng Mai, que ayuda a los pueblos indígenas y rurales a dar respuesta a los proyectos de desarrollo en Myanmar, mediante el Grupo de trabajo en materia de desarrollo Kachin.

Las mujeres indígenas de tres áreas de Indonesia se reunieron con las mujeres de la tribu Akha de las montañas de Tailandia, durante un viaje que hicieron las participantes a una aldea tribal en Chiang Mai. Foto: ONU Mujeres/Jo Baker
 
Las participantes también hablaron de los progresos positivos (ya sea de casos que han pasado por la justicia penal de sus países, intervenciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU o el reciente caso en Filipinas donde se hizo una corte marcial a unos soldados acusados de asesinatos extrajudiciales).
Otras miembros del grupo hablaron de reunirse con las y los responsables de la toma de decisiones en plataformas internacionales como la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), o la Conferencia de las Naciones Unidas sobre desarrollo sostenible de 2012 (Río+20), contando con la organización y el apoyo de ONU Mujeres y de otras entidades. Muchas sugirieron usar los marcos de mujeres y de derechos que se encuentran en instrumentos internacionales como la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW).

Al finalizar la reunión, las participantes acordaron un plan de acción: una serie de pasos de investigación, promoción y capacitación para el año próximo. Para mujeres como Soi, Lori y Seng Mai, la solidaridad y el establecimiento de una estrategia son fuentes de conocimiento y también son un aliento y un apoyo moral muy importantes. “Es una oportunidad para mí de llevar esta información a mi país, mi aldea y a las mujeres que allí viven”, dice Seng Mai. “De este modo, en el futuro, cuando tengamos problemas, entre todas los podemos solucionar.”

Enlace de interés:

Medidas a tomar por las mujeres indígenas del sudeste asiático para combatir la violencia relacionada con el desarrollo

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