miércoles, 20 de febrero de 2013

Mujeres víctimas de la "herida oculta" de África

Almudena Domenech

Madrid, 20 feb (EFE).- Vohilaba es una joven africana que fue vendida a un hombre a los 14 años y que, como cerca de tres millones de mujeres en África, es víctima de una "herida oculta": la fístula vésicovaginal, consecuencia de partos sin asistencia o violaciones, que las condena a la marginación y a la soledad.

Su nombre no es real, pero su historia sí es representativa, según relata en una entrevista con Efe el jefe de la Unidad de Colon y Recto del Hospital Universitario Ramón y Cajal, José Manuel Devesa, quien viaja todos los años a la misión de las Hermanas de la Caridad en Farafangana, en Madagascar, para combatir este problema.

Acostumbrado a las publicaciones científicas, Devesa se ha lanzado a romper el silencio y el estigma que lleva a estas adolescentes a vivir sin esperanza con la publicación de una crónica novelada "Llévame a Farafangana", que presentará esta noche acompañado de María Teresa Fernández de la Vega, presidenta de la Fundación Mujeres por África, que ha editado la obra.

La idea nació del impacto que le produjo "la miseria física y moral a la que se ven abocadas las jóvenes que pierden al hijo no nacido por falta de asistencia en el parto y, en su lugar, les queda la secuela de las terribles fístulas (comunicaciones) que se producen entre la vejiga y la vagina".

"Inmediatamente son abandonadas por su marido, su dueño, y sus familias, y condenadas a una vida solitaria, errante, difícil de describir", añade el doctor, pionero en España en la realización de técnicas para evitar el ano artificial o la conocida como "bolsa".

La fístula consecuencia del parto ocurre debido a que el niño está mal colocado o a que la pelvis no está desarrollada, algo muy habitual en África por la malnutrición, las enfermedades y porque las niñas son madres con 14 ó 15 años cuando sus cuerpos no están todavía preparados.

Después de días de alumbramiento en una choza, relata Devesa, la presión del niño dejará sin riego sanguíneo los tejidos y la necrosis producirá la fístula, que comunicará la vagina con la vejiga o el ano, y la orina y las heces se expulsarán sin control por el aparato reproductor femenino.

El cirujano ha precisado que en el caso de la violación es el "golpe directo y brutal" el que produce la fístula en una cavidad aun pequeña o que se resiste.

Devesa ha señalado que aunque la herida no se ve, el hedor que produce y el nulo valor que se da a la mujer en África convierte en drama sus vidas, quedando amenazadas por infecciones de orina recurrentes, la destrucción de los riñones y la muerte.

En cualquier caso, su destino será vivir apartadas en una cabaña al lado de la choza de su familia o en un rincón del mercado, donde el olor se disimula, o en cualquier otro lugar solitario.

Su tratamiento quirúrgico es muy complejo y, si no se tienen los conocimientos y entrenamientos específicos, el índice de fracasos es muy alto.

Hay pocos hospitales en África que lo realicen con éxito y gran parte de las mujeres que viven en el campo desconocen que pueden recibir tratamiento: "lo viven como una maldición y se ocultan".

Viajero con vocación africana por casi un centenar de países, este médico gallego ha desarrollado labores en varios lugares del continente negro y, desde 2005, lleva a cabo un programa en Madagascar para el tratamiento específico de la fístula, técnica quirúrgica que perfeccionó en el Addis Abbaba Fístula Hospital, en Etiopía, el de mayor experiencia en el mundo en esta patología.

Las operaciones de esta dolencia ocupan toda su actividad en la Misión de Ambatoabo, en Farafangana, donde hacen cola las pacientes que esperan su visita anual, ya que es el primer doctor que practicó la intervención con éxito en este país.

En este centro han construido, con la ayuda de donantes -fundaciones, empresas e instituciones- un modesto hospital, que estará terminado cuando se le añada un bloque materno-infantil. Los beneficios de esta obra, si los hay, irán a parar a este proyecto. EFE


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