lunes, 1 de julio de 2013

China: Xinjiang, bajo vigilancia policial tras los últimos disturbios

Las autoridades chinas han impuesto una vigilancia policial durante las 24 horas del día en Xinjiang, donde desde la madrugada del miércoles 35 personas han fallecido, según fuentes oficiales, en los violentos disturbios entre la policía y grupos de ciudadanos armados.

Organizaciones de defensa de los derechos humanos, por su parte, sitúan en 46 la cifra de muertos en los tres ataques perpetrados desde el miércoles en la región.

El principal se produjo en la ciudad de Lukqun, donde grupos armados asaltaron comisarías, sedes gubernamentales y un edificio en obras con armas blancas, lo que causó la muerte de 24 civiles y policías.

Posteriormente, la policía china abrió fuego y mató a 11 de los presuntos atacantes.
En Hotan, una de las principales ciudades de Xinjiang, más de cien personas en motocicletas y con cuchillos atacaron la comisaria de Karakax, mientras otra turba armada asaltó la localidad de Hanairike y se registraron más reyertas.

A raíz de estos incidentes -sobre estos dos últimos no hubo información oficial- funcionarios chinos de alto rango se desplazaron a Xinjiang para diseñar un plan destinado a reforzar la seguridad en la región.

Esta medida se adoptó después de que el presidente chino, Xi Jinping, se reuniera con los miembros del Comité Permanente del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) para restablecer la estabilidad social y proteger los intereses de los habitantes de Xinjiang.

Entre los funcionarios que se trasladaron a la región se encuentra Yu Zhengsheng, uno de los siete miembros del Comité Permanente del Politburó del Comité Central del PCCh, que gobierna China.

Desde Urumqi, capital de Xinjiang, Yu Zhengsheng dijo hoy, tras reunirse con las autoridades locales, que China aplacará "con dureza" y de acuerdo a ley, los ataques para mantener la estabilidad social de la región.

También el secretario de la Comisión para Asuntos Políticos y Legales del Comité Central del PPCh, Meng Jianzhu, consideró que los recientes sucesos "han revelado la naturaleza de los terroristas, que son enemigos comunes de los grupos étnicos", y dio detalles sobre las medidas a tomar en su contra.

Según Meng, las autoridades impondrán "severos castigos" a los que participen en estos "crímenes violentos" y la policía armada se encargará de vigilar la región, durante 24 horas y sin importar las condiciones climáticas.

Además, la policía cooperará con los órganos locales de seguridad pública y adoptará medidas preventivas frente a los ataques.

Los incidentes se producen poco antes de cumplirse el cuarto aniversario del peor conflicto étnico en China, el 5 de julio de 2009, cuando en diversas protestas de uigures en las principales calles de Urumqi murieron 200 personas.

La prensa local condena estos hechos y, así, el diario oficialista "Global Times" afirma que los sucesos en Xinjiang no perturbarán la estabilidad de China.

"La opinión pública de Occidente usará, en su beneficio, los acontecimientos para avivar la llama del problema", advierte el rotativo, para añadir: "Debemos ignorar estos ruidos".
Por su parte, la agencia Xinhua señala que los "gánsters" no se dirigían a un grupo étnico particular y que su comportamiento es el de un tipo de violencia organizada típica del terrorismo, con el objetivo de generar inestabilidad social y sabotear los intereses de China.

Este tipo de actos "carece del mínimo respeto a la vida humana y no merece simpatías o tolerancia", zanja.

Para organizaciones civiles como la Asociación Americana Uigur, las medidas que el Gobierno chino está tomando aumentan la tensión, al incrementar la seguridad y tratar a los uigures con hostilidad.

"Después de imponer la censura en la información, el Estado utiliza su aparato de propaganda para calificar el incidente de 'terrorismo', sin presentar una evidencia que pueda probarlo de manera independiente", apuntó el presidente de la asociación Alim Seytoff, en un comunicado.

Xinjiang es, junto al Tíbet, uno de los polvorines étnicos del oeste de China y la región donde convive una población divida entre la principal comunidad musulmana de etnia uigur -emparentada con los pueblos de Asia Central- y la mayoría china de etnia han.

Organizaciones uigures acusan a Pekín de acabar con su cultura tradicional y de explotar sus recursos naturales mediante la repoblación con colonos han, desde que la región fue anexionada a China en 1949.


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