martes, 31 de diciembre de 2013

Perú/Los Chaupe y los Benavides

Imagen tomada de celendinlibre.wordpress.com/
Por Rocio Silva Santisteban*
31 de diciembre, 2013.- Recibí el año 2013 en las alturas de las Lagunas de Conga, junto con la familia Chaupe, en una casita a 4050 msnm con ovejas, un perro bravo, algunos cuyes, gallinas, y un chocolate shilico que nos preparó Máxima Acuña, la mamá, una mujer de apenas 1.55 cms de estatura pero con la fuerza de un toro de lidia. Máxima fue golpeada cruelmente cuando se trató de desalojar a la familia en un operativo policial en agosto del 2011. No nos hubiéramos enterado sino fuera por la tecnología: su hija Isidora con un viejo celular grabó las imágenes de decenas de policías sacando los pobres enseres de la familia para traerse abajo la casa hecha de tapial.
Jaime Chaupe, el papá, nos contó que la noche del desalojo, al costado de las ruinas de su casa, cortó ichu para guarecerse del frío él y su familia: “tres días antes había soñado con toros negros…”. Al día siguiente los otros ronderos le ayudaron a levantar una covacha de paja que esa primera noche del 2013 nos sirvió de techo para escuchar las historias de Jaime y de Máxima. Son historias duras: de lucha, de persistencia, de hartazgo, de indefensión. Hoy su caso se ventila en un juzgado de Celendín y se espera que se reconozca ese terreno como suyo. El problema es que ese terreno, apenas unas pocas hectáreas, está en el corazón de Conga.
OHT sostuvo, en la entrevista del domingo, que el proyecto Conga “está yendo” y remarcó, con doble énfasis, que se trata de un proyecto privado que el Estado garantiza en tanto que garantiza la propiedad privada. Lamentablemente esa garantía ha implicado avalar una serie de convenios entre empresas mineras y la PNP de tal suerte que, en la práctica, la policía actúa como guachimanes de las minas. Si tienen una población andina, campesina y rondera, por un lado, y a la empresa que les paga, por el otro, ¿cómo podría la policía ser objetiva? La policía defenderá a la empresa. Por otro lado, si se trata de proteger la propiedad privada, ¿por qué no se garantizó la propiedad de los Chaupe?, ¿o es que hay unas propiedades privadas que valen más que otras propiedades privadas?
Finalmente me pregunto: ¿es la propiedad privada más importante que la vida humana? Obviamente el presidente del Perú y todos diremos que no, pero en la práctica concreta, se protege la propiedad por encima del respeto a la vida, el cuerpo y la salud de los ninguneados del Perú.
¿Qué va a pasar con Conga este 2014? Me temo que cuando se hayan hecho los dos reservorios, digan: ahí tienen sus reservorios, ¿qué más quieren?, sabiendo que esos reservorios no garantizan la sostenibilidad hídrica. En realidad lo que quieren los Chaupe y otros, me incluyo, es simple: que el proyecto no vaya porque el agua y el oro en esa zona se cancelan mutuamente y el agua vale más. Pero ¡a ver qué gobierno tiene las agallas de decirles que no a los dueños del Perú! El oro: la maldición cajamarquina desde 1532 sigue siendo una fuente de poder y de dolor. De poder para los Benavides, de dolor para los Chaupe. ¿Y cuándo será el día en que, como dice el vals, todos seamos de igual valor?
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*Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963). Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa negra (1993), Condenado amor y otros poemas (1995) y Turbulencias (2006). En 1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

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