jueves, 26 de diciembre de 2013

Reclama el Papá poner fin a las guerras en Siria y África


Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el primer papa latinoamericano, que fue muy aplaudido al aparecer vestido con hábito blanco frente a una multitud congregada en la plaza de San Pedro, pidió paz para los hombres y condenó las varias guerras que azotan al mundo.

“Sigamos rezando para que el pueblo sirio se vea privado de sufrimiento”, dijo en su primera bendición navideña como papa.

“Demasiadas (vidas) ha destrozado en los últimos tiempos el conflicto en Siria, generando odios y venganzas”, reconoció el pontífice, que le dedicó en septiembre una jornada mundial de oración cuando parecía inminente un ataque estadounidense a ese país.

El papa argentino pidió también que “se garantice el acceso a la ayuda humanitaria” para Siria.

El pontífice latinoamericano se refirió específicamente a las tensiones que “amenazan la pacífica convivencia” del joven Estado africano de Sudán del Sur, donde la ONU volverá a desplegar sus tropas en algunas ciudades ante los enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes.

El temor que se agrave el conflicto sursudanés se incrementó este domingo y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió de que “si es necesario” tomará nuevas medidas para garantizar la seguridad de los ciudadanos estadunidenses después de que cuatro soldados de ese país resultaran heridos.

Francisco imploró para que reine la paz en varios países de África, entre ellos la República Centroafricana, “a menudo olvidada por los hombres”. El papa jesuita pidió por las negociaciones entre israelíes y palestinos y que “sanen las heridas de Irak, golpeado por frecuentes atentados”.

El jefe de la Iglesia católica advirtió que se debe evitar que la paz alcanzada “sea de fachada, que esconda luchas y divisiones”, dijo.

“La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas”, dijo en su breve y denso mensaje.

“La paz es compromiso cotidiano, es artesanal (...) Se logra contando con el don de Dios”, clamó.

Desplazados, refugiados, inmigrantes

El jefe de la Iglesia católica recordó a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el Congo y condenó con firmeza la trata de seres humanos, que calificó de “delito contra la humanidad”.

“Niño Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados en la trata de seres humanos, para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad”, clamó el pontífice latinoamericano que mencionó la tragedia en la isla siciliana de Lampedusa, donde se ahogaron casi 400 inmigrantes ilegales a principios de octubre.

“Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año con numerosos muertos en Lampedusa, que no ocurran nunca más”, rogó el papa argentino, hijo de inmigrantes italianos, cuya primera visita oficial en Italia fue justamente a esa isla italiana para dar alivio a los indocumentados que arriesgan su vida atravesando en barcazas el Mediterráneo.

En su mensaje, pronunciado en italiano, recordó a las víctimas de las catástrofes naturales y al “querido pueblo filipino”, golpeado por el tifón Haiyan.

Dirigiéndose a los católicos, pero también a los no creyentes, el papa pidió pensar “en los niños, que son las víctimas más vulnerables de las guerras, pero también en los ancianos, en las mujeres maltratadas, en los enfermos. Las guerras destrozan tantas vidas y causan tanto sufrimiento”, comentó.

“Dirige tu mirada sobre los niños secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y sobre los que se ven obligados a convertirse en soldados, robándoles su infancia”, clamó el pontífice ante la muchedumbre congregada.

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