lunes, 21 de abril de 2014

POBREZA INFANTIL EN EUROPA: LAS CIFRAS DE LA VERGÜENZA. Informe Save the Children "Pobreza infantil y exclusión social en Europa"

En 2012 -último año para el que existen datos disponibles- casi 27 millones de niños y niñas en Europa estaban en riesgo de pobreza o exclusión social (en los Estados miembros de la UE 28 más Islandia, Noruega y Suiza). En los Estados miembros de la UE 28, el 28% del total de la población menor de 18 años se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social, el 20,8 % de los niños y las niñas vivían en hogares con ingresos disponibles por debajo del 60% de la mediana nacional, el 9% vivía en hogares con muy baja intensidad laboral y el 11,8% en hogares con privaciones materiales. En España, el 33,8% de los niños y niñas viven en riesgo de pobreza o exclusión social y el 29,9% viven bajo el umbral de la pobreza relativa. 


El AROPE es el indicador básico en Europa 2020 para medir la pobreza y la exclusión social. Es una medida compuesta por tres subindicadores: “en riesgo de pobreza”, “privación material grave” y “muy baja intensidad laboral". Es el indicador que se ha tomado como referencia en el informe de Save the Children. El Anexo final del informe recoge la explicación detallada del "AROPE".

NIÑOS Y NIÑAS EN RIESGO DE POBREZA Y EXCLUSIÓN SOCIAL
La pobreza en Europa no tiene pasaporte. En todos los países europeos hay niños y niñas que viven en situación de pobreza, pero, como muestra el Gráfico 1, el porcentaje de niños en riesgo de pobreza o exclusión social varía sustancialmente de país a país. En los países nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia) y Eslovenia, Holanda, Alemania, Suiza y la República Checa, entre el 12 y el 19% de los niños viven en riesgo de pobreza o exclusión social. En Grecia, Hungría y Letonia la cifra asciende hasta el 35-41%; y en Rumanía y Bulgaria se sitúa por encima de la mitad de los niños, un 52%. En España, el 33,8% de los niños y niñas viven en riesgo de pobreza o exclusión social.

 
Participación en el mercado de trabajo. El riesgo de pobreza es mayor entre los niños que viven en hogares con una intensidad laboral muy baja. La diferencia agregada en la cuota de niños en riesgo de pobreza entre los hogares con alta y baja intensidad laboral para los miembros de la UE 28 es de 56,7%. La persistencia del riesgo de pobreza infantil entre hogares con alta intensidad de trabajo –tales como Rumanía, Lituania, Portugal, España, Grecia, Letonia, Eslovaquia, Polonia o Luxemburgo– subraya el hecho de que el acceso al mercado de trabajo no garantiza un estándar básico de vida para las familias ni, por lo tanto, para los niños y niñas. Los países nórdicos históricamente han tenido una proporción inferior de niños en riesgo de pobreza como consecuencia de políticas que han favorecido el empleo, en especial el empleo femenino, por una parte, y transferencias sociales generosas y muy eficaces (porque están centradas en los niños), por otra. Últimamente estas políticas han cambiado y el resultado es un aumento en las tasas de pobreza infantil.
La eficacia de las transferencias sociales. Las transferencias sociales pueden tener un impacto importante en el nivel de pobreza infantil. Pero en qué medida son eficaces en reducir el riesgo de pobreza entre los niños y las niñas, depende sobre todo del nivel de gasto directamente dirigido a apoyar a las familias y los propios niños.

La tasa de pobreza relativa. El indicador con el que habitualmente se cuantifica la situación de pobreza de un país es la tasa de pobreza relativa. Es decir, el porcentaje de población que vive en hogares cuyos ingresos les sitúan por debajo del umbral de pobreza. Según los últimos datos de la Encuesta de Ingresos y Condiciones de Vida del Eurostat, en 2012 el porcentaje de población infantil viviendo en hogares por debajo de este umbral era del 29.9 en España. Este dato nos sitúa en el segundo lugar por detrás de Rumanía. Como se observa en el Gráfico 3, las políticas estatales en países como Grecia, Italia, España, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Portugal, tienen un bajo impacto en la reducción del riesgo de pobreza entre los niños y las niñas (una reducción de entre el 3 y el 8% antes y después de las transferencias sociales), comparados con los países nórdicos, donde las transferencias sociales hacen posible que esa reducción sea mucho mayor (alrededor del 18%).
El efecto de la crisis financiera. Entre 2008 y 2012, el número de niños en riesgo de pobreza o exclusión social en Europa aumentó en 1 millón, con un incremento de alrededor de medio millón solo en un año, entre 2011 y 2012; el porcentaje de niños en riesgo de pobreza o exclusión social pasó del 26,5% al 28% entre 2008 y 2012. La crisis ha reducido los ingresos y ha conducido a un deterioro inmediato del bienestar y el desarrollo infantil en general, desde la nutrición y la salud, hasta las oportunidades educativas y el ocio. Este empeoramiento de la situación surge del creciente desempleo, especialmente del desempleo de larga duración, y las deterioradas condiciones de trabajo, con recortes en los niveles salariales o reducciones de la jornada, y una caída de los ingresos disponibles acompañada de una subida de los precios de los alimentos básicos, la energía y los servicios.
DESIGUALDAD: LA CAUSA PROFUNDA DE LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL 
La desigualdad es una de las principales causas y consecuencias de la pobreza y la exclusión social infantil. Los niños y las niñas europeos que han nacido en barrios o regiones desfavorecidas económica y socialmente, cuyos padres tienen bajos niveles de formación y empleo, o cuyos padres son migrantes, tienen más probabilidades de vivir en familias con menos ingresos disponibles o en una vivienda inadecuada. También es más probable que tengan un acceso limitado a los servicios de salud y a la educación y a los cuidados a la primera infancia. Estos niños comienzan sus vidas en situación de desventaja y es posible que crezcan en desventaja. Sin apoyo, probablemente continuarán con la transmisión intergeneracional de la pobreza y la exclusión social. La pobreza la determina cómo (a quién y en qué medida) se (re)distribuye la riqueza en un país, más que la riqueza general del país. 
Los niños sufren las consecuencias de la pobreza. El riesgo de pobreza o exclusión social es mayor para los niños que para los adultos. Sólo en siete países – Lituania, Estonia, Alemania, Noruega, Finlandia, Eslovenia y Dinamarca, el riesgo de pobreza o exclusión social es mayor para los adultos que para los niños.
La educación de los padres y madres. Los niños de padres con niveles educativos más bajos (pre-primaria, primaria o primeros ciclos de secundaria) tienen más probabilidades de estar en riesgo de pobreza o exclusión social que aquellos cuyos padres tienen niveles educativos más altos. Niveles educativos inferiores a menudo pueden significar que los padres tienen menos ingresos disponibles procedentes de sueldos y salarios. El porcentaje de niños en riesgo de pobreza en los países de la UE (excluyendo Croacia) subieron del 55,3% al 61% para aquellos niños cuyos padres tienen unos niveles inferiores de educación, mientras que aumentó solo en 0,5% para aquellos con padres con estudios superiores.
El país de origen de los padres. La probabilidad de que un niño esté en riesgo de pobreza o exclusión social está determinada por el país de nacimiento de los padres. En los países de la UE 28, se registran tasas de pobreza más elevadas entre niños cuyos padres han nacido en países extranjeros que entre niños cuyos padres son de uno de los países incluidos en este informe (32,2% frente a 18,3%). Se encuentran mayores diferencias en España, Bélgica, Grecia, Eslovenia, Suecia y Francia. Todos ellos son países con ingresos medio-altos, lo que indica que la desigualdad basada en el origen o historial de la familia es relativamente alta, incluso en países histórica y culturalmente caracterizados por su fuerte preocupación por la justicia social, como Francia y Bélgica. Los miembros de una familia nacidos en países extranjeros tienen más probabilidad de tener un trabajo de baja remuneración. También pueden tener más probabilidades de experimentar dificultades en el acceso a servicios sociales y de bienestar (como educación y atención a la primera infancia).
Composición del hogar. Los hogares monoparentales, especialmente mujeres, presentan un mayor número de niños en riesgo de pobreza o exclusión social (49,8% frente a 25,2% de la media de los hogares con niños dependientes). También aplica a los hogares con más miembros: dos adultos y al menos tres niños dependientes (30% de índice de pobreza infantil).
EDUCACIÓN Y ATENCIÓN A LA INFANCIA: UN DERECHO Y UN CAMINO PARA SALIR DE LA POBREZA 
Un acceso en condiciones de igualdad a una educación y atención a la infancia asequibles e inclusivas es fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y romper los ciclos de pobreza (Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas, Artículos 28 y 29). Sin embargo los objetivos de Barcelona (acordados por el Consejo Europeo, CE, en 2002) de proporcionar atención infantil al menos al 33% de los niños menores de tres años de edad y al menos al 90% de los niños entre tres años y la educación obligatoria para 2010, están lejos de alcanzarse en la mayoría de los países europeos. Actualmente, la media europea de provisión de servicios entre 0 y 3 años está en el 30%. En 11 países (Rumanía, Polonia, Eslovaquia, la República Checa, Bulgaria, Lituania, Hungría, Malta, Austria, Croacia y Letonia) no se alcanza el 15% de cobertura.
Impacto a largo plazo. La cobertura y la calidad de los servicios de atención a la infancia tienen un impacto a largo plazo en las oportunidades educativas y laborales. Los niños y las niñas matriculados en educación y atención a la primera infancia antes de la educación obligatoria, en general tienen menos probabilidades de abandonar la escuela y más de conseguir cualificaciones que les permitirán acceder a mejores trabajos y ganar mejores sueldos cuando sean adultos. Por el contrario, tener menos oportunidades educativas es probable que conduzca a las familias y a los niños a tener menos ingresos, con el potencial de perpetuar la pobreza en generaciones futuras.
Una investigación llevada a cabo por Save the Children Rumanía reveló que, para cubrir los gastos de la educación de un niño (excluyendo el pago del personal del colegio), los padres y madres tienen que gastar una suma que es una vez y media superior a la asignada por niño por el Estado. Incluso, aunque la educación obligatoria es en teoría gratuita, los padres tienen que pagar la matrícula, material (como libros de texto, lapiceros, tiza y otros materiales para la enseñanza), transporte, renovación y mantenimiento de los edificios escolares, equipo deportivo o personal de seguridad privada. Estos “costes ocultos” crean una clara desventaja para los niños cuyas familias no pueden permitirse pagar, y esto puede llevar a la no matriculación de los niños o al abandono escolar.
Abandono escolar temprano. Uno de los cinco objetivos de la estrategia Europa 2020 es reducir el abandono escolar temprano a menos del 10%. Sin embargo, y a pesar de algunas mejoras en los últimos años, alrededor del 13% de los niños y niñas de la UE abandonan la escuela después del primer ciclo de secundaria y no entran en programas de formación. Muchos países quedan lejos de alcanzar el objetivo, como por ejemplo España, donde el abandono escolar prematuro se sitúa en el 25% (Gráfico 12).
La desventaja educativa afecta especialmente a los niños y niñas vulnerables y marginalizados. Por ejemplo, en Grecia, Rumanía, Bulgaria, Italia y Francia, el 10% o más de los niños romaníes en edad de educación obligatoria (7-15) no van al colegio. La asistencia disminuye aún más pasada la edad de educación obligatoria. Las tasas de abandono escolar son mucho más altas entre los niños romaníes o inmigrantes y entre los niños con necesidades especiales.

VIVIENDAS INADECUADAS E INASEQUIBLES: UNA TRAMPA DE POBREZA
Un entorno de vivienda adecuado que sea seguro, limpio y saludable es crucial en el desarrollo, la salud, la educación y la vida social de los niños y las niñas. Los niños necesitan un lugar adecuado y tranquilo donde hacer sus deberes, jugar e invitar a sus amigos a casa. Sin embargo, las familias que viven en riesgo de pobreza tienen más probabilidades de vivir en zonas caracterizadas por condiciones de vida insalubres e inseguras.
Por ejemplo, en la UE (excluyendo Islandia, Noruega y Suiza) el porcentaje de niños que viven en hogares que gastan más del 40% de los ingresos disponibles en costes de la casa (lo que impide que los padres puedan permitirse otras actividades que contribuyan al bienestar de sus hijos, como actividades culturales o de tiempo libre) es de un 11%. Grecia tiene el mayor porcentaje (38%), seguido de España, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Holanda, Alemania y Portugal.
El porcentaje de niños en hogares afectados por privación relativa a la vivienda –definida como una vivienda con goteras en el techo, humedad en las paredes y suelos o cimientos y marcos de ventanas podridos– es del 17% entre los países miembros de la UE 28, con 15 países que igualan o están por encima de la media. Eslovenia tiene el porcentaje más alto (31%), seguido de cerca por Letonia, Chipre y Hungría. En Italia, Portugal y Dinamarca casi un cuarto de los niños viven en hogares afectados por la privación en relación a la vivienda. 
LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS: EL ENFOQUE CORRECTO PARA ABORDAR LA POBREZA INFANTIL Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL
Un enfoque de derechos de la infancia implica abordar cada aspecto del bienestar infantil y un cambio en las políticas sociales. En la práctica, significa proporcionar más recursos para ampliar y mejorar la calidad de una educación una atención a la infancia asequibles. Significa estimular las oportunidades de empleo y mejorar las condiciones de trabajo, tanto en términos financieros como en relación a posibilitar que los padres alcancen un equilibrio entre trabajo y familia. Las transferencias sociales dirigidas a niños tienen que aumentar en cantidad y en eficacia. La primera aspiración debería ser reducir las desigualdades y romper la transmisión intergeneracional de las desventajas. Unas subvenciones universales deberían, por lo tanto, ir acompañadas de recursos específicos para los niños más desfavorecidos. También es importante garantizar que las actividades sociales, culturales y de tiempo libre son asequibles y accesibles para todos los niños y las niñas, independientemente de su contexto económico.


Es necesario que Europa cambie de paradigma y considere la inversión en infancia como una política fiscal europea rentable, a nivel europeo, nacional, regional y local. La pobreza y la exclusión social infantil son una cuestión de derechos de los niños y deberían abordarse a través de un enfoque de derechos de la infancia.


Save the Children insta a todos los Estados de la UE a implementar la Recomendación sobre pobreza y bienestar infantil "Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas" como parte de su Paquete de Inversión Social (adoptada el 20 de febrero de 2013 por la Comisión Europea) y a la CE a crear un seguimiento anual y un proceso de evaluación para medir dicha implementación. También insta a todos los países europeos, a las instituciones de la UE y a quienes diseñan las políticas a que desarrollen estrategias y planes que aspiren a reducir la pobreza infantil desde una perspectiva de derechos de la infancia, con un enfoque transversal y paneuropeo. Invertir en la infancia debería ser un principio fiscal a nivel europeo, nacional, regional y local.
Instan a la Comisión Europea a que desarrolle indicadores de amplio espectro para medir la pobreza y la desigualdad infantil junto con los Estados miembros de la UE, con el fin de comprometerse a objetivos concretos de reducción de la pobreza infantil dentro de las prioridades de política estratégica de la UE post-2020. 

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