martes, 10 de junio de 2014

Ecuador económico: 40 años de incidencia petrolera

Por Alberto Acosta

Consolidación del mito del desarrollo 

Cuando se llevaba un poco más de un año exportando crudo, en 1974, a raíz de la cuarta guerra árabe-israelí a fines, se produjo un primer y significativo incremento de los precios del crudo en el mercado internacional. Y de esta manera, las exportaciones petroleras y la creciente cotización del hidrocarburo dieron lugar a una larga bonanza. En ese contexto, el Ecuador petrolero, que se inauguró como tal en agosto de 1972, con el zarpe del primer cargamento de crudo al mercado mundial, consiguió los créditos que no había recibido el Ecuador bananero. 
 
Estos préstamos no solo eran atraídos por la garantía que representaban los ingresos petroleros, sino que existían las condiciones propias de una nueva fase de expansión financiera mundial: explicación fundamental para entender el acelerado proceso de endeudamiento de esos años. Sin embargo no se puede creer que esos dos factores fueron los únicos determinantes. Influyeron también otros elementos derivados de la disolución de las relaciones no capitalistas en el agro, sobre todo en la Sierra. Se agudizó, por igual, la crisis de la actividad agroexportadora y el crecimiento de la industria, así como un renovado proceso de urbanización. El auge petrolero y el masivo endeudamiento externo, controlados por el Estado, favorecieron una serie de transformaciones cuantitativas, más que cualitativas. 
 
En suma, se dio paso a una modernización de la economía. Aunque pueda parecer paradójico si se considera el enorme flujo de recursos financieros, el sector moderno o sea el capitalista no tuvo la capacidad suficiente para absorber la creciente mano de obra. La misma concepción de una industrialización sustentada en actividades intensivas de capital y orientada a satisfacer la demanda de grupos pequeños en la sociedad, resultó a la postre la causante de la baja capacidad de integración productiva y social de este proceso. Por lo que, un número cada vez mayor de personas se desplazó hacia otras actividades informales, de por sí inestables y de muy baja productividad.

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