viernes, 13 de junio de 2014

Patriarcado en catorce minutos (2ª parte)

En Quito, el 60% de las mujeres dicen percibir acoso y violencia en la calle y el 80%, en el transporte público

La autodefensa feminista es la única opción para hacer frente a la violencia callejera


Alguna amiga me tachó de floja cuando leyó el artículo Patriarcado en catorce minutos, centrado sobre todo en las violencias de baja intensidad que soportamos las mujeres en el transporte público, concretamente en la ecovía de Quito. Resulta que el acoso sexual en los autobuses municipales de esta ciudad está a la orden del día y, al parecer, no lo resalté demasiado.

El 60% de las mujeres dicen percibir acoso y violencia en la calle y el 80%, en el transporte público. Asumida esta realidad y con la intención de combatirla, el pasado 8 de mayo la municipalidad quiteña dio luz verde a la resolución 337, que contemplaba la creación de buses exclusivos para mujeres, niñas y niños, cuyo uso sería “específico, voluntario y opcional”.

Fue La Marcha de las Putas quien promovió que la administración local tomara cartas en el asunto y este fue el resultado. El colectivo transfeminista apoyó la medida e incidió en su carácter “reversible” e “integral”, pero las reacciones que la tachaban de “segregacionista” e, incluso, de “antifeminista” no tardaron en llegar. La Marcha aplaudió la controversia generada, porque había logrado visibilizar el acoso y alentar un mínimo debate en instancias municipales. 

Asimismo, invitó a reflexionar sobre por qué la segregación escandalizaba socialmente mucho más que la “tocada de nalgas” y recordaba: “Las mujeres nos autosegregamos todos los días, cada vez que nos quedamos en casa porque nos da pavor salir a la calle a convivir con la violencia de género. Nos autosegregamos cada vez que, si nos lo podemos permitir, optamos por ir en taxi en vez de ir en el incluyente trolebus donde nos pasan horrores. Pero eso no se ve o está normalizado”.

Para bien o para mal, parece que la resolución 337 acaba de caer en agua de borrajas. Como este hecho aún no es oficial, desconocemos los motivos, pero me temo que nada tiene que ver con una valoración ideológica de la medida o con la preocupación por los derechos de las mujeres. Me pega, más bien, que los autobuses extra no son viables en la caótica circulación de Quito o que el desembolso municipal para adquirir nuevas unidades es mucho más grande que la voluntad política. Quizá soy escéptica o mal pensada y, a la par que se cargan esta resolución, proponen una alternativa que siga considerando combatir el acoso en el transporte público... Veremos.

A las mujeres no nos conviene estar a expensas de las administraciones, a las pruebas me remito. Por eso, mientras se deciden a tomar conciencia, a diseñar y a poner en marcha políticas respetuosas con nuestros derechos y sostenibles, ¡os invito a practicar la autodefensa feminista ! Arriba os dejo un vídeo, a modo de ejemplo. También podemos fijarnos en El Cazador Cazado , de Alicia Murillo, o en Hollaback.org , un movimiento global que usa la intimidación al agresor y la sensibilización social para luchar contra el acoso callejero.

De todas formas, sigo insistiendo en que no hay que descuidar las violencias de baja intensidad, que son las que sustentan y legitiman la otra más directa: la consabida tocada de nalgas o el frotamiento de unos genitales masculinos sobre nuestro culo. Por eso, sigo a lo mío:

Hartita de tantas actitudes machirulescas en el interior de los autobuses, ahora me concentro en lo que sucede fuera. Pero el patriarcado sigue a la vista... De las nueve paradas que recorro, cuatro (el 44,44%) llevan el nombre de hombres ilustres para la historia hegemónica de Ecuador (Eloy Alfaro, San Martín, Orellana y Galo Plaza); una (el 11,11%) lleva el nombre de una mujer (Manuela Cañizares, precursora de la independencia de Ecuador); y otra homenajea al matrimonio Baca-Ortiz, que dispuso en su testamento que sus bienes fueran destinados a la construcción de ese hospital infantil. (El primer apellido, Baca, corresponde al esposo). Las dos paradas restantes son Bellavista y la Casa de la Cultura.

Para colmo, a la altura de Baca-Ortiz una placa anuncia: “Hombres trabajando”. En Quito, las mujeres trabajan todo el ti empo en la calle. Literalmente en la calle, digo. Venden flores, ensaladas de frutas, helados de paila, salchipapas, cevichochos y artesanía, conducen taxis, patrullan, ejercen la prostitución, evangelizan, bailan y hacen teatro y malabares en los semáforos. Nunca he visto una placa que visibilice semejante autonomía económica y aportaciones y servicios a la comunidad.




Patriarcado en catorce minutos (1º parte)


Viajar en bus en hora punta permite observar diferentes actitudes e inercias de sexismo cotidiano


La ecovía de Quito en hora punta
La ecovía de Quito en hora punta

Catorce minutos en ecovía (autobuses públicos y supuestamente ecológicos que circulan por carriles exclusivos a lo largo de la Avenida 6 de Diciembre en Quito, Ecuador)separan mi casa de la Casa de la Cultura Ecuatorina, trayecto que recorro habitualmente. Aunque corto, es un viaje al patriarcado en estado puro. Suele ser hora punta y la gente se agolpa en las puertas y en los pasillos del autobús. En cuanto entran, mujeres y hombres se acomodan y se preparan para los frenazos bajo este patrón general: ellas, como pueden; ellos, como quieren.

Muchos hombres se cuelgan de una barra horizontal, con los brazos bien estirados, o de dos barras horizontales (y quedan así cruzados en el pasillo; ver foto). Los he visto que incluso ocupan dos asideros con una sola mano. Separan las piernas y adoptan una postura cómoda y adecuada para mantener mejor el equilibrio. Eso está bien. Sin embargo, si todo el mundo hiciera lo mismo, cabría en la ecovía la mitad de gente. Casi todas las mujeres, por su parte, se agarran a la barra vertical, con el brazo pegado al tronco, para ocupar lo menos posible y tal vez pensando, como yo, en que más gente pueda entrar en el autobús —con el cuidado y el bien común 'debidamente' interiorizados...—

A la ocupación abusiva del espacio público por parte de los varones se suman los arrebatos de 'pánico homófobo', que contribuyen a reducir el hueco para las mujeres; muchos hombres se arriman lo máximo a ellas para tener que arrimarse lo mínimo a otros hombres. Cuando la ecovía no va petada del todo, les dejan entrar o salir antes en un ejercicio de 'caballerosidad'. Si va a rebosar, en cambio, no tienen ningún problema en saltarles por encima.

A las mujeres que llevan una niña o un niño pequeño en brazos todo el mundo les cede el asiento automáticamente. No es tan automático si quien carga a la criatura es un hombre. Por otro lado, cuando hay un hombre y una mujer de edad parecida, incluso si el hombre es bastante más mayor, en el asiento que queda libre se sienta normalmente la mujer. Como por derecho divino.

El macho alfa de la manada, sin embargo, es el chófer, que ostenta el mayor poder dentro de la ecovía. Conduce a trompicones y frena bruscamente, como si se topara de repente con los semáforos en rojo y con las estaciones o como si cargara gomaespuma, en lugar de personas. Además, el conductor estresa al personal vociferando “¡avancen!” y “¡sigan!” incluso antes de abrir las puertas y “¡Cierro puertas, cuidado!”, sin comprobar —o sin importarle— que las y los usuarios hayan terminado de entrar o de salir.

No obstante, la demostración de machirulismo que más me molesta son las miradas, porque algunas rozan el acoso. Cuando un mirón me fastidia, yo también clavo mis ojos en él, en señal de queja. Entonces, la mayoría deja de mirotear e interpreto que ha reparado en que su indiscreción me resulta molesta e invasiva. Otros, por el contrario, levantan una ceja o hacen una mueca en un intento cutre de seducción. Harta, el otro día encaré a uno de estos: “¿Te pasa algo?” Como respuesta, una sonrisa estúpida y un meneo de cabeza, en señal de que no daba crédito a mi interpelación, como diciendo: “¿Te pasa algo a ti? ¿Quién te crees que eres?” —“Pues creo que soy una tía que, en lugar de sentirse acosada en un puñetero autobús, quiere sentirse libre, imbécil”, pensé yo.

Los episodios de acoso en la ecovía, y en otros medios de transporte masivos, se suceden todo el tiempo. A menudo no son tan blandos como el que acabo de contar. A finales de marzo, en el Trolebús, un miembro de seguridad se abalanzó sobre una mujer y la manoseó. Ella lo denunció, pero el Código Penal de Ecuador no considera delito hechos así y el agresor quedó libre tras pagar cuatro dólares de multa.

¡Ah! Esto sucede en Quito. Quien vaya a afirmar que no ocurre parecido en el lugar en el que vive que se pare antes a observar.


Corrupción y espectáculo en el Mundial de Fútbol

Marco A. Gandásegui, h.

ALAI AMLATINA, 12/06/2014.-  La corrupción que corroe la organización de la Copa Mundial de Fútbol, que se inaugura hoy en Sao Paulo, Brasil, no ha sorprendido a muchos. Lo que ha creado incertidumbre y preocupación en los círculos financieros es la falta de capacidad política de los gobernantes de ese país para contener el descontento popular. Los gastos sin control en obras suntuosas han provocado un rechazo generalizado por parte de la población. Desde hace varias décadas, la economía mundial tiende a pasar de crisis en crisis. El sector productivo – que era el motor del desarrollo – ha cedido su lugar a las actividades financieras y especulativas. En lugar de medir el crecimiento económico sobre la base de la producción, en la actualidad se mide el ‘progreso’ sobre la base del traspaso de los ahorros de los trabajadores hacia los bancos.

En la actualidad, todo tiene un precio, todo se mercantiliza. ‘La política dejó de ser un servicio y se convirtió en un negocio’. El deporte no es la excepción. Al contrario, se ha convertido en una de las áreas que más riqueza genera. Hace un siglo los deportes fueron secuestrados por el crimen organizado (mafia y gobierno, asociados) y puesto al servicio de los estafadores quienes realizaban ganancias extraordinarias mediante actividades ilícitas (las apuestas y otras maniobras). Lo que era considerado propio del ‘sub-mundo’, en la actualidad, es parte del mundo de los negocios. A fines del siglo XX, incluso, los juegos olímpicos fueron profesionalizados para fines mercantilistas. Los atletas compiten por mejores remuneraciones. Las sedes y sus autoridades compiten por las comisiones y el prestigio. Los financistas compiten por apropiarse de los miles de millones de dólares que se invierten en las obras y en los ‘sobre-costos’.

El evento deportivo más cotizado sin duda son los Juegos Olímpicos. Generan miles de millones de dólares que el Comité Olímpico Internacional (COI) maneja con la banca financiera mundial. Con esmero el COI logra proyectar una imagen que se relaciona con sus fundadores de fines del siglo XIX. Supuestos caballeros que querían resucitar el espíritu olímpico de la antigua Grecia: Cada cuatro años las ciudades griegas suspendían sus guerras para que su juventud compitiera en justas deportivas. Ese espíritu tan noble ha sido olvidado.

En el caso de la Copa Mundial, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) tocó una fibra que se ha convertido en uno de los negocios más exitosos. La FIFA factura anualmente varios miles de millones de dólares. El Mundial que organiza en Brasil generará casi 5 mil millones de dólares, gran parte por la venta de derechos de televisión a escala mundial. La FIFA cobra comisiones por todos los derechos que venden sus miembros. Incluye campeonatos nacionales y regionales. Por cada camiseta, calcetín o bota que se vende algo le toca a la FIFA. Del total de 5 mil millones de dólares que generará el Mundial en Brasil, la FIFA se queda con el 90 por ciento.

Las protestas de las más diversas organizaciones en todas las ciudades brasileñas están plenamente justificadas. El gobierno está invirtiendo más de 20 mil millones de dólares en la construcción de estadios, ampliación de aeropuertos y desarrollo de infraestructura que beneficiará a la FIFA, a los especuladores y financistas brasileños e internacionales. Parafraseando al sociólogo inglés, David Harvey, el Mundial de Fútbol ha servido para ‘desposeer’ al pueblo brasileño. Quienes protestan no aceptan que sus riquezas y ahorros se entreguen a los constructores, financistas y especuladores sin recibir compensación alguna. En este saqueo sistemático, la FIFA sólo sirve de intermediario. Hay que reconocer que el espectáculo que presenta está fuera de serie: Ronaldo, Messi, Neymar y tantos otros súper-estrellas repartidos en 32 equipos, 62 partidos en un mes que la tecnología de punta lleva al último rincón del mundo.

Los brasileños obviamente no se oponen al fútbol ni al Mundial. Son los penta-campeones, los mejores jugadores – según muchos – sobre la tierra. Pero rechazan la forma tan arrogante en que la FIFA y la banca internacional llegaron a su país a saquear a su pueblo con la aparente complicidad del gobierno. La lección que es necesario aprender de las protestas en Brasil es que el deporte no puede seguir siendo manipulado por los especuladores. El gobierno brasileño se enfrentará nuevamente en 2016 al pueblo con motivo de los Juegos Olímpicos de Río donde nuevamente hará gastos que no benefician al pueblo de ese país suramericano.

- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)  www.marcoagandasegui14.blogspot.com, www.salacela.net


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Bolivia: Felipe Quispe llama a "guerra civil" para cambiar el Gobierno

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El excandidato a la presidencia por el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), Felipe Quispe, convocó este martes a la ciudadanía, a protagonizar una guerra civil que pueda cambiar al Gobierno de Evo Morales, pues afirma que es tiempo de que los indígenas asuman el poder.

Asimismo, dijo que los "blancoides" (personas de tez clara) deben irse a "su país" y que sólo deberían quedar en Bolivia los indígenas. "Tiene que haber un cambio radical, si es posible tenemos que derramar sangre en este país, porque la madre tierra necesita sangre, entonces hay que tributar con sangre, estoy hablando de una guerra civil, (tenemos que comandar) nosotros los que estamos vivos todavía", afirmó Quispe en inmediaciones de la Vicepresidencia.

El indígena dijo que toda la vida estuvieron "en el piso" y ahora es momento de que se autogobiernen.

Consultado sobre qué piensa del Presidente Evo Morales, Quispe respondió: "Es simplemente un payaso que está ahí, que lo manejan los blancos, está ahí Álvaro García Linera, está (Juan) Ramón Quintana, está Luis Arce, está Carlos Romero, etc.", señaló.