lunes, 21 de agosto de 2017

La negación de la transversalidad de las luchas: Fatal Error


20 de agosto por Paulina Farfán Trujillo
 
  

La lucha de género no es sólo incluir mujeres y personas LGTBI en las organizaciones sociales, se nos olvida que son sujetos políticos combatientes y que la lucha está en las cotidianidades de todos.

El movimiento feminista en Colombia inicia con la confluencia de mujeres pertenecientes a movimientos de izquierda, por allá en los años 70’s, una mezcla entre la línea sufragista y la lucha por el derecho a decidir; desde ahí fue que en el país, y en toda Latinoamérica se empezaron a plantear grandes retos y desafíos para la modernidad, centrada en el hacer del “hombre” blanco y adinerado, un ideal que ha venido siendo reforzado por la influencia de la filosofía y las ciencias; se inicia a hacerle frente al sujeto dominante, reconociendo a su vez, un sujeto oprimido a punto de estallar, rebelarse y trabajar por la construcción de sus identidades negadas. Bien decía Marx que la sociedad burguesa se encargará de crear por sí misma a quienes la destruirán.

En adelante, no cesó la radicalidad del asunto y siguieron buscando las raíces o causas estructurales tejiendo lazos con la academia y construyendo sus propias definiciones y postulados teóricos y filosóficos, y a su vez, intentando buscar alternativas reales que pudiesen aplicar a su cotidianidad para transformarla, en el trabajo, el hogar y en el mismo cuerpo como espacio de disputa.

Pero los feminismos no sólo se han pensado las reivindicaciones de las mujeres, el rechazo al hetero-patriarcado y el derecho al voto; rechazarán también otras matrices de opresión como la raza y la clase, cuestionará la propia construcción social del género y le apostará desde la crítica y la praxis, a subvertir el sistema político, económico, social y cultural que se ha encargado de reproducir las desigualdades.

Esta situación se encuentra empeorada en el territorio colombiano por las violencias; por un lado, las confrontaciones armadas entre paramilitares, militares y guerrillas, quienes se han encargado de degradar los cuerpos y arrebatar la dignidad de los otros, no sólo por medio de la pólvora y las armas, no hace falta revisar a fondo la prensa para enterarse de casos de violaciones, torturas, amenazas y demás técnicas de los grupos armados; pero eso empeora si la persona tiene alguna “desviación sexual”, porque ellos cumplen con el “deber moral” de “corregirla”, o si la persona tuvo la mala suerte de vivir en un lugar donde las balas tocan a diario su puerta y alguno de los bandos la acusa de estar con los otros, la matan porque “hay que callarla”, o si se es militante de una organización social la agreden, porque además de silenciar, hay que enseñarle a las comunidades a tener miedo para que no acaben con el orden.

Si eso le pareció muy malo, súmele la brutalidad del capitalismo y el ascenso del mercado, que poco a poco engulleron todo aspecto de la vida cotidiana, fueron reduciendo la libertad colectiva e impusieron una sociedad de suma de individuos, apenas relacionados por las mercancías. El posacuerdo se tomó de excusa para meter cuanta política pública se les ocurre que pueda beneficiar a ciertos sectores dominantes, la reforma tributaria, la profundización de la privatización y la implementación del enfoque productivo en la educación media y superior, la necesidad de crear más confianza inversionista para llevar a cabo proyectos para el desarrollo del país, entre otros (menos la implementación del Acuerdo). Una sin igual mezcla de horrores ¿No?

A propósito, hay un ingrediente adicional que viene de una receta ya mencionada, eso que llaman extractivismo, los colombianos por cierto lo conocen a fondo; si no es así y usted es colombiano, le recuerdo los siguientes casos: la central hidroeléctrica del Quimbo en el Huila, las pequeñísimas minas del Cerrejón en la Guajira, La Colosa en el Tolima, El Tesoro y la Drummond en el Cesar, Paz del Rio en Boyacá, Cerro Matoso en Córdoba y otras por ahí regadas que forman un total de 40 proyectos de extracción de recursos en todo el país |1| . Cabe a estas alturas preguntarse: ¿Para qué es que son esas tales consultas populares dizque por la defensa del territorio? Ya van 7 municipios que rechazan rotundamente este tipo de proyectos.

Pero la tensión aquí retomada ahonda en la lucha contra ese mal llamado extractivismo –porque sería más apropiado llamar por su nombre lo que viene siendo la apropiación de un bien de una población sin su permiso-; póngase las gafas violetas dentro de la organización e identifique si usted u otros reproducen o no la violencia dentro del movimiento social, y ayuda por medio de lo que unas locas llaman “acto performativo” a reproducir las prácticas machistas, haciendo lo que tal vez le enseñaron en la casa y usted como persona de bien ya está acostumbrada a decirle o hacerle a los otros, que si es un maricón, que venga y me prepara el almuerzo que llegué con hambre del trabajo, que mire como mi mujer tiene los hijos de bien educados, o vea como esa vieja descansa todo el día en la casa viendo televisión.

Si bien es cierto que se ha venido impulsando la formación de campesinos, indígenas y afros, tanto desde espacios impulsados por las propias organizaciones políticas y sociales, como desde las políticas públicas e instituciones formales, sigue siendo una realidad que para las mujeres y las comunidades LGTBI, el acceso y la permanencia tienen un mayor grado de dificultad.

Sería una falacia, por ejemplo, decir que las mujeres ya no sostienen el yugo de todas las labores en el hogar, del cuidado de sus hijos, de los temas de reproducción y anticoncepción, de la administración financiera, porque además las mujeres que viven en el sector rural se encargan de hacer rendir un mes para una familia, el mercado que un citadino de estrato 3 se consume solo durante quince días; siendo aún militantes, lideresas políticas y personas clave en las organizaciones insignia de la lucha contra la destrucción del territorio donde trabajan, viven y tejen lazos con el resto de su comunidad.

Es en esas prácticas donde se empieza a notar si hay un cambio real en la estructura social y cultural, que hace necesario un enfoque de interseccionalidad para llegar a la transformación y abolición de la opresión; hoy, las luchas se encuentran dispersas, como si se limitaran a ser unas reivindicaciones de identidades y libertades individuales, todas por aparte. Se comete el error estratégico de usar las mismas categorías con las que las que históricamente han sido oprimidos, para crear secciones o grupos que luchen por aparte, por lo suyo, desarticulando los procesos, descartando la posibilidad de alianzas, la profundización de debates, el reconocimiento de otras resistencias, y con ellas, los aprendizajes para su aplicación en otros escenarios, la construcción de mundos comunes, de horizontes compartidos donde nos sea mucho más fácil la avanzada contra la existencia y por la liberación de los opresores.

Algunas feministas han intentado llevar ello a cabo, la aplicación de una interseccionalidad desde la visión latinoamericana, un feminismo más propio y popular que añade a esa convergencia su relación con el territorio y las formas de apropiación del mismo; a pesar de que esas visiones han entrado a debatir con corrientes y reivindicaciones de otras líneas feministas que son en gran parte del sector liberal y que han sido satisfechas por medio del impulso al desarrollo creando instituciones que se encargan de dar soluciones parciales, e incluso subsidiarias a los reclamos que se presenten, esas visiones latinoamericanas son tan válidas como las anteriores, puesto que son teorías que surgen desde el quehacer diario de sus actores y que tiene en cuenta sus propias problemáticas.

Hay que reconocer los procesos de mujeres (que también son apoyados por quienes no se reivindican como tal) que a lo largo del continente han intentado crear otros tipos de sociedades por medio de economías solidarias, y se cuestionan el papel de la humanidad ante la naturaleza, reconociendo incluso ésta última como un actor político que se encarga de abastecer a la humanidad de recursos, teniendo en cuenta un trato sostenible y sustentable con la misma.

En estas propuestas ha sido indispensable el diálogo de saberes, que incluye desde los saberes locales, la articulación con procesos pertenecientes a otros sectores, hasta la internacionalización de las luchas, y un conocimiento a fondo de las distintas matrices de opresión y del discurso del poder dominante con el fin de diversificar estrategias que garanticen a largo plazo la victoria en todos los ámbitos, y en lo inmediato, un cambio positivo para una forma de vida que beneficie a la población.

Lo que se quiere dejar en claro es que es evidente que han habido intentos en la articulación de las luchas para que éstas se encuentren imbricadas y sus militantes estén conscientes que deben ir todas a la par, siendo una transversal a la otra, todas son igual de importantes si lo que se busca, insisto, es una transformación que podamos percibir no sólo a niveles macro, sino en el día a día, porque pareciera que la lucha de clase no tiene que ver con la de género, o la de raza no tuviera nada que hablar con la antiespecista o la anticapitalista. Es esencial que surjan nuevos debates, nuevos lenguajes que reconozcan y respeten las localidades, pero que a su vez permita unas subjetividades colectivas, unos marcos comunes que faciliten dar la pelea desde este lado y hacia el interior para acabar con las contradicciones del capitalismo cotidiano, hasta la desaparición del poder dominante.

Bibliografía
-  Aguinaga, Margarita; Lang, Miriam; Mokrani, Dunia; Santillana, Alejandra. “Pensar desde el feminismo: Críticas y alternativas al desarrollo”, en: Más allá del Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo. Cali, Colombia. 2015
-  Svampa, Maristella. “Extractivismo neodesarrollista y movimientos sociales ¿Un giro ecoterritorial hacia nuevas alternativas”, en: Más allá del Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo. Cali, Colombia. 2015
-  Lamus, Doris. Resistencia contra-hegemonía y polisemia: Conformación actual del movimiento de mujeres feministas en Colombia. Revista La manzana de la discordia. 2016
-  Carosio, Alba. “Feminismo Latinoamericano: Imperativo ético para la emancipación”, en: Género y Globalización. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. 2009. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/giron/11caro.pdf

Notas
|1| República de Colombia. Agencia Nacional de Minería. Resolución Número 000592 del 19 de Junio de 2013. “Por la cual se designan algunos proyectos mineros como de interés nacional”. Disponible en: http://static.elespectador.com/arch...

(Tomado de CADTMA http://www.cadtm.org/La-negacion-de-la-transversalidad

TIPNIS: Aceleran obras de tres puentes y ensanchan la vía

En la zona dicen que la maquinaria del municipio Villa Tunari amplía la carretera de ripio que llega hasta Ichoa, límite de la línea roja que protege al TIPNIS.


Beatriz Layme  / Enviada especial al TIPNIS

El canto de los pájaros y grillos es reemplazado por el "rugido” del motor de la maquinaria pesada, las amoladoras y aparatos para soldar, que operan los obreros, al menos 15 en cada uno de los tres puentes que se construyen de forma acelerada en el TIPNIS.  

En paralelo, aproximadamente a ocho kilómetros, una topadora del municipio de Villa Tunari ensancha la vía de ripio que llega hasta Ichoa, una población habitada por colonos y que está al límite de la línea roja. Esta demarcación se trazó en 1990, durante el gobierno de Jaime Paz Zamora, para proteger a las comunidades indígenas.

Las obras avanzan ante la  vigilancia de los colonos, quienes se organizaron con el objetivo de evitar que "forasteros” saquen fotografías del avance y "vayan a entregarlas a la oposición que está en contra de la construcción de la carretera” Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, nos advierte uno de ellos. 

El primer puente es construido sobre el río Isiboro, tendrá una extensión de 250 metros de largo y su costo es de 4,9 millones de dólares. Ahí ya tienen listas las vigas de hormigón, la base de la infraestructura. Un grupo de tres obreros alista el encofrado metálico para el vaciado del segundo pilote; otros dos realizan excavaciones.  

Tres trabajadores -que están metros más arriba sobre el río de aguas cristalinas, en el que se ven algunos pececillos-, con ayuda de un tractor y una volqueta, que exhiben el logotipo de la ABC (Administradora Boliviana de Carreteras), extraen del río la materia prima que pasará primero por un proceso de selección desde arena fina,  corriente y grava. 

Aproximadamente a dos kilómetros se erige el segundo puente, el Ibuelo, nombre del río sobre el que se construye. Esta obra será de una extensión de 120 metros de largo y su costo es de 2,3 millones de dólares. 

En este lugar, los obreros ya tienen casi todo listo para el vaciado del pilote (las bolsas de cemento, la arena y la grava). Sólo falta que terminen de soldar el esqueleto de acero. A un costado del río están dos gigantes mezcladoras, denominadas "Mixers”.

A una distancia más alejada de donde se construye el puente Ibuelo, y a pocos metros de la población de Bolívar, habitada por colonos, cuatro obreros "perforan el río” para asentar las bases del primer pilote del puente Sazsama de 150 metros de largo, y que cuenta con una inversión de 2,7 millones de dólares.

Los obreros trabajaron hasta las cuatro de la madrugada, mientras otros seis preparaban el resto de los materiales que requerirán para la construcción del puente.

Luego de esa faena, trasladan el taladro gigante al otro extremo del río, donde a pocos metros está la comunidad indígena Santísima Trinidad. Ahí realizarán el mismo proceso de perforación para asentar las bases del segundo pilote.

Cuando dejan de funcionar las maquinarias recién se logra escuchar el canto de los grillos y de los pájaros que salen de sus nidos colgantes.

En los tres puentes Isiboro, Ibuelo (que son construidos por Amvi) y Sazsama (edificado por Sergut)   no existen restos de alguna infraestructura antigua. Sólo hay gaviones, los cubos de malla olímpica rellenos de piedra. 

El ministro de Obras Públicas, Milton Claros, admitió, el 9 de agosto, que la ABC realiza la construcción de los puentes en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
 
No obstante, en aquella oportunidad, la autoridad sostuvo que los mismos "son reconstrucciones” y que no estaban siendo edificados "en el núcleo” del territorio indígena.

"El tema de las obras de rehabilitación son fuera del núcleo (del TIPNIS), están cerca a la comunidad Isinuta”, precisó el ministro Claros.

Ensanche de la vía

Son las 9:00  y la maquinaria pesada del municipio de Villa Tunari inicia su trabajo cerca a la comunidad de Ichoa. El equipo  amplía la carretera de ripio; por detrás, un rodillo de acero se encarga de compactar la tierra. 

"El municipio de Villa Tunari siempre envía la maquinaria para que haga el mantenimiento de la carretera, es necesario porque hay hundimientos en algunos sectores y para el transporte es complicado”, explica Martín Felipe Fernández, mientras nos observa, con actitud vigilante, por el retrovisor de su moto taxi. 

La vía "es necesaria”, comentan algunos colonos de Ichoa, que comparten una gaseosa popular de la Cascada. Aseguran que la senda les permitirá transportar sus productos, como la yuca y el plátano, hasta el mercado campesino de Cochabamba; además, la carretera les posibilitará -expresan-   llevar la coca hasta la población de Aroma, donde está el mercado de la hoja del Consejo Indígena del Sur (Conisur), ubicado en el Polígono 7 del TIPNIS.

Los habitantes de la zona admiten que los grandes beneficiados de la carretera serán ellos y no los indígenas. "Ellos (los indígenas) son flojos, no les gusta trabajar, mientras nosotros nos sacrificamos desde las cuatro de la mañana”, dice don Juan, un colono que llegó a la zona hace 30 años. 

La vía de ripio, que inicia desde la población de Isinuta y termina en Ichoa, es transitada desde las dos de la mañana. La mayoría de los vehículos no son modernos, son de hace casi siete décadas.
 
Los pasajeros suben a los mismos -sin dificultad- por una escalera de acero. También circulan los denominados "suribies”, muchos de ellos no tienen placa, son "chutos”.


La  carretera 
  • Tramos   Según la ABC, la inversión prevista para la ejecución de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos es 415 millones de dólares y se extiende 306 kilómetros. Está dividida en tres tramos: el primero es de Villa Tunari a Isinuta (47 km) y ya fue concluido, el segundo tramo es de Isinuta a Monte Grande (177 km) y el tercer tramo abarca desde Monte Grande hasta San Ignacio de Moxos (82 km). 
  • Inicio  En junio de 2011, el presidente Evo Morales inauguró el proyecto con una ceremonia en Villa Tunari, pero la ejecución quedó paralizada luego que en octubre de 2011 entrara en vigencia la norma que declaró intangible al TIPNIS (Ley 180). Seis años después, no obstante, el Gobierno promulgó la nueva ley que da "luz verde” para continuar la construcción de la carretera.
  Indígena: "En 2011 se frenó la carretera, pero fue en vano”

"Tanto sacrificio ¿para qué?  (el presidente)  Evo Morales dice que es indígena que escucha al pueblo, cuando sólo beneficia a sus colonos”, afirma la indígena María Luisa, quien  pese a estar embarazada  marchó en 2011, junto a otros originarios, en contra de la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. 

Hace seis años,  cerca de 1.500 indígenas se movilizaron en  contra del plan del gobierno de Morales  de construir una vía  atravesando el corazón del TIPNIS. 

Recorrieron  500 kilómetros, desde Trinidad hasta la sede de Gobierno. El 11 de septiembre, la caravana fue  interrumpida por la represión de efectivos policiales.  

  "Así embarazada me han arrastrado los policías, todo por defender mi casa, pero fue en vano”, lamenta  María Luisa, quien llora al recordar ese momento. 

Pese a la intervención, en aquella oportunidad, los originarios  se reorganizaron y continuaron la caminata.   

Esa marcha indígena logró, el 24 de octubre de 2011, que el presidente  Morales promulgue la Ley 180, que declaró  la intangibilidad del TIPNIS y vetó  la construcción  de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.

     Sin embargo, seis años después y pese a las protestas de rechazo  de los indígenas, el Primer Mandatario  promulgó la ley que anula la intangibilidad y da paso a la construcción de la vía.

  En criterio del presidente Morales, son las ONG, fundaciones y activistas que se oponen a la ley; y los vinculó con el imperio, pues enfatizó que con esa postura pretenden evitar el desarrollo de los pueblos indígenas que viven al interior del TIPNIS.

"A ellos no les interesa que el movimiento indígena tenga escuelas, hospitales, luz o carretera, no les interesa, pero usan al movimiento indígena, usan la ecología para vivir bien”, sostuvo, antes de reprochar que estos sectores cuestionen esta nueva ley desde sus casas en las ciudades y no desde el TIPNIS.
 
Punto de vista
Adolfo Chávez  Dirigente de la  CIDOB

"Carretera sólo  para cocaleros”

El Gobierno quiere la carretera sólo para la expansión  de la siembra de coca, para que se cumpla su Ley de Coca, que es de 22.000 hectáreas. 

También buscan avasallar  el TIPNIS para la exploración de hidrocarburos y minería; además para el "pirateo” de maderas.

Ya en el Polígono 7, lo que queda en Conisur, del trópico, ya están parcelados. Además, ya hay avasalladores que son los cocaleros.

Las consecuencias de todo esto será la contaminación  de las aguas de los ríos. 

Dicen que su ley, que anuló la intangibilidad del TIPNIS, protege a los indígenas, mentira. En la norma no se menciona que las comunidades protegerán sus territorios por sus usos y costumbres, o sea el castigo tradicional. 

No respeta el ámbito jurisdiccional de las comunidades. Los vivientes del TIPNIS estarían renunciando al derecho de sancionar por usos y costumbres.

Además, no se respetan las leyes. La línea roja que protege al TIPNIS ya la han cruzado, la han invadido los colonos, los cocaleros. ¿Por qué el Gobierno no expulsa a esos avasalladores?

Asimismo, la nueva ley  no toma en cuenta al comité de gestión del área protegida del TIPNIS,  su plan estratégico no es tomado en cuenta.
 
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